Quiero partir aclarando, que la doctrina política, económica y social que más se acerca a lo que me representa es el liberalismo, donde estoy mucho más cerca del socioliberalismo que del liberalismo conservador. Sí, en donde se defienda la libertad del individuo y una intervención mínima del estado en la vida social y económica. Con la misma claridad debo recalcar, que los conceptos y más aún los métodos del comunismo, del socialismo añejo y del nacionalismo extremo, incluso el nuevo tipo de revolución inspirada en la visión de “marxismo andino” del boliviano García Linera, los encuentro nefastos para cualquier sociedad.

Como liberal, no puedo aceptar que el miedo y los temores “le ganen el gallito” a la libertad; que la democracia liberal sufra una creciente metamorfosis en dirección a una democracia populista; que las multitudes vociferantes y violentas en las calles, en parte aliadas con la delincuencia y el narcotráfico, hagan suyo ese método para imponer ideas y medidas, en reemplazo de los canales democráticos establecidos; que los oligopolios digitales arrollen la libertad y privacidad de las personas, algunos, permitiendo la difusión de falacias de manera masiva; que la mayor parte del periodismo de masas tergiverse realidades; que las emocionalidades exacerbadas silencien a la razón; y, sobre todo, que la radicalidad fanática de los más variados principios, creencias o ideologías, asfixien la moderación dialogante de los acuerdos.
Así es lo como hoy vivimos en Chile…
Pero hoy hablaré del “neoliberalismo” tan criticado injustamente por la izquierda, y, digo injustamente, porque las razones con las cuales argumenta son en su mayoría una falacia. Es más, en Chile y por 24 años de gobiernos de izquierda, se adoptó el “neoliberalismo” como sistema social y económico, tratando de colorearlo con una doctrina política ideológicamente incompatible.
¡Pero no todo lo relacionado con “neoliberalismo” es y ha sido color de rosa, tampoco en Chile!
El concepto del “neoliberalismo” estampado por el sociólogo y economista alemán Alexander Rüstow, nació para diferenciar el liberalismo moderno del liberalismo clásico y la economía “laissez faire”, que consideraba que habían fracasado.

Rüstow también confirmó que efectivamente se producía una deshumanización, si la sociedad se entregaba únicamente a las leyes mercantiles neoliberales. Ello, finalmente podía llevar a levantamientos sociales, como los hemos visto últimamente en algunos países europeos y ahora también en Chile. En nuestro país con una variante: estas demandas sociales se han entremezclado, confundido y en parte fusionado con levantamientos violentistas vinculados al narcotráfico, así como a intereses políticos de la izquierda extrema local y extranjera, por cierto minoritaria a través del camino democrático. Aunque se hable más de Maduro o los Castro, hoy y lo vemos en la Araucanía, los factores inspiracionales poseen otros ejes: Las FARC en lo material, mientras en lo ideológico es García Linera a través de su vocero Evo Morales. Esto último, no se ha tomado suficientemente en serio.
El gran fracaso de la Concertación y La Nueva Mayoría en sus 24 años de gobierno con congreso favorable, incluido el interludio del primer gobierno de Piñera, fue la incapacidad de completar el neoliberalismo con políticas y medidas vitales que hubiesen sido capaces de sembrar y hacer crecer solidaridad y civismo real, no sólo retórico. Al no realizar de manera eficiente y mucho menos eficaz esta rectificación del neoliberalismo, finalmente surgieron las mases inseguras, actuando por desencanto, cansancio de promesas incumplidas, priorizaciones erradas por la clase política integral. Parte de esta masa, sobre todo la más ignorante, fanáticamente ideologizada, anarquista, delincuente y saqueadora, fue fácilmente captada por fuerzas ligadas al ya citado narcotráfico y fuerzas de izquierda con espíritu de logro de objetivos a través de la lucha de clases y el odio hacia “los ricos y poderosos”, no así de la democracia. Ello a su vez genera una contraparte, que también actúa por temor, que se manifiesta con temor y creciente odio hacia quienes han realizado el levantamiento, sobre todo hacia los violentistas y particularmente algunos grupos de políticos. Con ello, hoy nos encontramos viviendo una sociedad chilena donde el miedo y el odio se han potenciado, que se promueven mutuamente, encaminandonos hacia un plebiscito forzado justamente por elementos del temor, a la antipatía y el rencor, lo que finalmente le restará legitimidad (retórica, no en la práctica), independiente del resultado.

Algunas inseguridades sociales no menores, como las rentas de jubilados, salud pública, orden público y seguridad ciudadana, brecha de ingresos y de educación, por nombrar las más relevantes, unidas a la desesperación de los más pobres y a un futuro sin grandes expectativas, constituyen el caldo de cultivo para las fuerzas de esta nueva revolución que vivimos en Chile. Esta mala gestión del sistema neoliberal, cultivó directamente estos elementos destructivos, que sólo a primera vista parecen opuestos a él. En realidad, el terrorista ideológico o anárquico y el narcotraficante, no son antagonistas al neoliberal eminentemente mercantilista, que es lo que ha vivido Chile en gran medida durante los últimos 30 años. Ni siquiera se diferencian mucho, están hermanados, pues son colaborativos en su origen y tronco común.
El dinero es un mal ejemplo en la creación e irradiación de identidad. Sin embargo, efectivamente en muchos casos puede reemplazarla, ya que ese dinero bien o mal habido, proporciona a esas personas al menos una sensación de seguridad y de tranquilidad. En contraparte, quien está sumido en la pobreza y su acceso al dinero es escaso o ausente, finalmente no tiene una clara identidad y tampoco seguridad. Así, forzosamente esas personas evaden en dirección al mundo imaginario, fantasioso, por ejemplo a la idiosincrasia y necedad de lo que la izquierda llama y se arroga como “derechos del pueblo” y últimamente también como “derechos de pueblos originarios”, otorgándole identidad masiva a esas personas, aunque no sea así. Pero no termina ahí, al mismo tiempo se inventa un enemigo, por ejemplo los ricos y poderosos, los empresarios, los militares, los Carabineros, por nombrar algunos, lo cual la izquierda ha “trabajado” sistemáticamente a través de los profesores, al menos omitiendo las causas que llevaron a la división de los chilenos y que hay que buscarlas sobre todo entre los años 1967 y 1973. Es decir, a través de esos y otros canales imaginarios han levantado inmunidades avaladas por algunos sectores políticos, organizaciones de derechos humanos, entre otros, con lo cual efectivamente han logrado alcanzar una identidad que otorga sentido a sus actos, aunque estén reiteradamente al margen de la ley, del respeto por los demás y por la propiedad pública y privada. El miedo por sí mismo, logra una nostalgia por un enemigo, primero de manera consciente, hoy ya subconscientemente y ese enemigo imaginario, le da identidad a esas personas compensando las carencias de su realidad.
En primera línea la ineptitud de los políticos de la Concertación y la Nueva Mayoría, pero también la complacencia, zona de confort, en parte colusión política transversal (véase facturas falsas, entre otros) y silencio de la derecha neoliberal mercantilista, pero también la cobardía e ineptitud de la mayoría de los políticos de derecha y liberales, son responsables de esta polarización extrema entre los ciudadanos, la que en parte posee un sustento real, pero principalmente generada de manera imaginaria a través de los miedos provocados. Estos obstáculos que vivimos hoy no terminarán en el límite actual, más bien sigue siendo caldo de cultivo para una imaginación creadora de fantasías referidas a otros “nuevos enemigos”, de alcances insospechados. Ante ello. por lo que veo, leo y escucho, mi imaginación se queda boquiabierta y muda. Es muy probable, que en el futuro próximo me siga sorprendiendo tristemente.
¿Ideas cómo enfrentarlo? Tengo algunas y las he esbozado en forma de reflexiones en este blog desde hace años, aunque no es a lo que me dedico… Pero me temo que los egos y ausencia de humildad verdadera, no sólo en los políticos, la ceguera y los poderes mal utilizados, incluido un periodismo mayoritariamente teñido de rojo, difícilmente abrirá esa puerta.
Aquí algunos ejemplos:
Delincuencia y “Estrategas” Políticos…
Los “Chicos Buenos” hablaron con la verdad
La Ignición de los Procesos de Aprendizaje y Autoorganización
Del Pensamiento Lineal al Pensamiento y Conducta Cibernética
Dignidad Humana – Como debiera relacionarse con Política y Estrategia Empresarial