“La Noche Estrellada” de Vincent van Gogh
Aunque Van Gogh vendió solamente una pintura durante su vida, en nuestra cultura modera “La Noche Estrellada” es una de las obras más conocidas. Generalmente disfruto poco de las pinturas de los más famosos. No me gusta casi nada de Picasso, Dalí, Monet, Rembrandt, Miguel Ángel, Miró o Rubens…, entre muchos otros, mientras van Gogh me hechiza, algunas obras de Cézanne me gustan, los paisajes de Ramos Catalán me atraen…. También me gustan otros virtualmente desconocidos, pero no soporto largas horas en un museo; prefiero otros entornos para disfrutar un cuadro, aunque no sea siempre el original. Dicho eso, supongo que una vez más queda claro, que la frase “sobre gustos no hay nada escrito” tiene su verdad.
Pero hoy y aquí no realizaré un tratado de arte, ya que no es mi fuerte, claramente. Compartiré algunas reflexiones y recuerdos asociadas a esta pintura de van Gogh que me cautiva, encanta, dejándome atónito, a veces escuchando a Don McLean cantando Vincent (Starry Starry Night), aunque todo ello suceda frente a la pantalla de un computador.
Es un cielo nocturno, lleno de nubes con un rápido movimiento giratorio, que insinúa una transformación en forma de espiral, con estrellas enardecidas y de luminosidad propia, así como una luna creciente y muy brillante. Ese cielo no solo atrapa a quienes miran la obra, sino permite abrirse al pensamiento cibernético, sistémico, a un inmensidad infinita, a pesar de que la amplitud cósmica se encuentra sólo en la imaginación y la interpretación luminosa que le podemos dar.
El pueblo pequeño que se encuentra abajo, en las colinas onduladas, proyecta tranquilidad, paz, la que probablemente se contradecía con la inquietud interna de van Gogh. Esos colores fríos y oscuros me traen recuerdo de mi niñez, mirando el cielo a través de la ventana o desde el balcón, curioso por ver aparecer estrellas fugaces o por qué no, algún Ovni. Sí, cuando todo a mi alrededor estaba en penumbras y cualquier ruido me causaba un poco de temor.
A la izquierda de la pintura hay una estructura enorme y oscura, que podría interpretarse como un arbusto muy frondoso, una montaña y que a veces, me recuerda el cuento de las habichuelas mágicas. En resumen, un cuadro para verlo una y otra vez.
Sólo eso…, aquí el video con la música de la canción de Don McLean, en vivo:
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