Porto Venere – la Sexta Tierra no oficial
Amaneció algo nublado, pero no menos caluroso y así estaría hasta la tarde, a veces menos, otras más parcial nublado, pero alrededor de 28-30ºC, claro, bastante húmedo. Para embarcarnos durante media hora en el ferry de La Spezia a Porto Venere, tuvimos que realizar una larga fila para comprar los pasajes. Al igual que nosotros los turistas, un domingo a fines de la época estival y con los niños ya de regreso a clases, muchos italianos aprovechan visitar Porto Venere por el día o por el fin de semana. Pero tuvimos zarpe a la hora esperada y un arribo al puerto puntual.
Lo que muchos no saben, es que la puerta a las Cinque Terre tiene un nombre que se susurra y se admira, que es justamente Porto Venere, en el Golfo de los Poetas. Nosotros lo dejamos para el final y con ello no se transforma en su puerta trasera. La arquitectura multicolor es para mi gusto genial, alejándose de la uniformidad del blanco y de los grises y pastel que tanto se usan en Chile, dándole un toque vivaracho de color a las casas. La diferencia con otro puerto, como el de Valparaíso, es que aquí nos dan un chirlo en la conservación, el cuidado, la limpieza que si bien no tan pulcra como Copenhagen es buena, se prohíbe y multa severamente alimentar palomas y aves en general, con lo cual la manutención de la limpieza se facilita. Esto último es válido para todo Cinque Terre también. Porto Venere cumple con creces la expectativa y la guinda de la torea, es que lo logra en puerto al borde del mar. Los edificios tienen la base más ancha que su tejado, pues fueron construidos con un toque de pequeñas fortalezas, el primer punto de defensa, ya que Porto Venere fue objeto de ataques y saqueos por parte de piratas sarracenos, o incluso de tropas de Aragón, durante la guerra con Génova.
Dos veces recorrimos sus callejuelas, esto detrás de las preciosas casas que miran al puerto, llenas de turistas y locales que interactúan de una manera natural. al igual que en los pueblos de Cinque Terre, a pesar de los numerosos Y variados turistas el ambiente es genial.

En ese andar, de pronto nos encontramos con una modesta exposición de esculturas en madera. No había nadie visitándola y por curiosidad entramos. Y ahí estaba, Don Luigi Bartolini (hijo del famoso pintor, escritor, poeta y grabador de mismo nombre) de 66 años de edad con quien conversamos un buen rato acerca de su arte que no es su profesión, sino su hobby, pero rupturista, crítico, genial.
En el siglo XII, la República de Génova y la República de Pisa eran las potencias regionales de la época, disputándose el control del tráfico marítimo y de los territorios terrestres. Los medios no eran precisamente diplomáticos la mayor parte del tiempo.
La República de Génova tomó la primacía en esta zona a principios del siglo XII, y sobre las ruinas de un edificio anterior y con algunos elementos aún en pie, edificó en 1161 un nuevo castillo, conocido como Castillo Doria, al cual accedimos por su exterior después de unas 700 escalinatas…, pero ya estamos entrenados.
El Golfo de La Spezia, por la urbe al final del mismo, tiene el sobrenombre de Golfo de los Poetas, pues en estas riberas vivieron dos grandes poetas de principios del siglo XIX, Shelley y Byron. Dicen que Lord Byron nadaba desde aquí para visitar a Shelley en San Terenzo, una hazaña que es difícil de creer pero que no resta ni un ápice de credibilidad a las vistas y la sensación de bajar a pie de mar para contemplarla.
Porto Venere, surgió para la historia desde un mito. Dicen que la Diosa Venus nació de entre la espuma que se formaba al romper las olas a los pies de una colina con pinta de arrecife, el final de la tierra firme y comienzo del mar. Sobre él se edificó un templo pagano, y de sus ruinas surgió una pequeña iglesia en un enclave privilegiado, vigilando la entrada al Golfo de La Spezia y mirando hacia el horizonte del Mar de Liguria. En ese sector también está el antiguo cementerio.
Finalmente una larga caminata por la marina de de Porto Venere, nos reiteró que los italianos de Liguria encuentran cualquier lugar para disfrutar del agua y del sol, inimaginable para nuestros lares. Nos dirigíamos a un restaurante donde ansioso esperaba comer pulpo preparado al estilo de Liguria, mezclado con una ensalada de papas muy condimentada. El pulpo, ni hablar, se deshacía en la boca como mantequilla a medio descongelar, explotando todo su sabor de manera sublime. Esa fue mi entrada, mientras de fondo pude saborear pez espada al horno con berenjenas. Christi que es alérgica a estos bichos, se contentó con unos spaghetti con pesto.


Cuando regresábamos en el ferry, pudimos apreciar claramente Los Alpes franceses o de Mónaco, no sabría precisarlo ahora, al otro lado de la Riviera.
Primer día que regresamos relativamente temprano, primera vez siesta. En La Spezia a esa hora penaban las ánimas…
Ya mucho más tarde, fuimos a dar una vuelta por La Spezia y disfrutar de unas frescas ensaladas cáptese y mixta.
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