Cinque Terre – De Corniglia a Manarola
Ni tan temprano, ni tan tarde, a las 10:15 nos bajamos del tren en Corniglia, otro de los cinco pueblos que componen el parque. La principal diferencia con los otros pueblos del parque Cinque Terre, es que Corniglia no tiene acceso directo al mar, sino que se encuentra en la cima de una colina enorme, circundado en todos sus lados por viñedos y olivares.
La estación de trenes de Corniglia se encuentra distante del pueblo (casi al nivel del mar) por lo que subir hasta el pueblo fue un poco cansador, pero eso era sólo el calentamiento previo. Se puede subir en un mini bus gratuito, pero decidimos realizarlo a través de la “Lardarina“, una larga escalinata compuesta de 33 rampas y 377 escalones (otros dicen que son 365, uno por cada día del año, pero eso suena a chamullo; en cualquier caso, no contamos los escalones…).
Corniglia es más bien pequeño, por lo que fue fácil de recorrer, es más tranquilo y las calles se pueden disfrutar con calma y serenidad. Sus helados son famosos y obvio, tuvimos que probarlos y sí, son muy ricos. El vídeo resume nuestra visita en este pueblito, ya que lo mejor vendría después.
El guía del bote de anoche, nos recomendó mucho realizar el trekking de Corniglia a Manarola, uno que va casi por la cima de los riscos que unen a los cinco pueblos. Los senderos peatonales son realmente la principal atracción de las Cinco Tierras, ya que generas vistas hacia el mar y los pueblos que desde la altura de los acantilados con bosque mediterráneo, son realmente increíbles. Nos hablaron de 3 horas de caminata. Eso será para jóvenes avezados, pero a nosotros nos tomó 3:45 hrs y llegamos exhaustos, sobre todo gracias a la última bajada a través de los viñedos, la cual nos tomó 45 minutos pero fue la que nos liquidó. Aún estoy elongando en el hotel por los calambres en la zona de mi prótesis de cadera. Parece que en estas dos primeras semanas le he puesto demasiado a lo de subir muchas escaleras y realizar largas caminatas.
Pero haciendo abstracción de ese final de trekking algo fatigoso, la ruta es increíble. La subida desde Corniglia hacia lo más alto, es un bosque nativo al más clásico estilo mediterráneo, lo cual ayudó mucho para evitar el sol que pegaba fuerte. Luego se llega a una zona más plana, donde comienzan a aparecer las parras plantadas en verdaderos despeñaderos. Y así sigue, luego de bajada a través de viñedos y caseríos, así como las vistas que son un deleite. Las fotos sólo reflejan una fracción de lo que se puede disfrutar de las diversas panorámicas. No sirve de nada visitar Cinque Terre, si no se visita desde las alturas a través de sus senderos, así como desde el mar. Bueno…, si quieren ir a tomar sol, comer, beber y tener buen carrete, también pueden visitarlo, pero para eso seguro encuentran lugares menos alejados y “comepiernas” para recorrerlos.
Cuando finalmente llegamos a Manterolla, lo primero que buscamos fue donde sentarnos y a beber lo que a esas alturas ansiábamos…
Se nos sumó una joven pareja de algo sobre 30 años de edad, que tien su negocio en Castro, Chiloé, con quienes teníamos varios conocidos en común, tanto en Chiloé como Santiago.

Lo que más caracteriza a Manarola, son sus calles y su belleza arquitectónica: montones de casas de colores enclavadas en la piedra. Ya más recuperados, caminamos por su vía principal llamada “Via di Mezzo” (o vía del medio) donde hay numerosos restaurantes, bares y negocios. Aquí vienen muchas personas a ver la puesta del sol, ayer los vimos desde nuestro bote.
Tipo 19 hrs tomamos nuestro tren a La Spezia, el cual por supuesto iba lleno a esa hora y cuando llegamos a la estación central, el cuello de botella para salir del andén era terrible. Mañana es nuestro último día de visitas a Cinque Terre, seguramente menos exigente físicamente que los dos días anteriores.
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