Rapa Nui – Se va el 2018 y comienza un Nuevo Año
Después de un desayuno relajado, decidí darle reposo a mi rodilla y escribir la nota de ayer y corregir las anteriores. Mientras tanto, Christi partió junto a Margarita, Camila y Sebastián a conocer un pequeño jardín botánico privado aquí en los alrededores de Hanga Roa, llamado Tau Kiani.
Aquí algunas fotos del jardín botánico:
Christi regresó cerca de las 2 PM y emprendimos camino a encontrar algún restaurante abierto, ya que la mayoría cerró este día o lo realizaba más temprano, debido a los preparativos para las cenas de Año Nuevo. Después de haber realizado algunas compras que teníamos pendientes, encontramos un restaurante pequeño, Makona, pero en el cual seguimos disfrutando una sabrosa dieta rica en Omega 3. ¡Aquí me comí el mejor ceviche con leche de tigre de la isla!
La siesta imperdible, en una habitación sombreada que da a un jardín de vegetación tropical, ventilador en el techo y sin molestia de moscas u otros insectos voladores.
Nuestra cena en vestimenta casual, fue un agrado, sabrosa, en una terraza y mesa que nos permitía despedir el año con una linda puesta de sol. La conversación con nuestros tres nuevos amigos también estuvo muy buena. Nada que reprochar a la muy buena atención que recibimos por parte de nuestra anfitriona, Kara, del restaurante Kuki Varua.
Cerca de las 11:30 PM partimos rumbo a una explanada cercana, donde un grupo amenizaba el ambiente con música Rapa Nui. Eso lo hacíamos con copas y espumante en la mano, proporcionados por el restaurante. Allí esperaríamos la medianoche y los fuegos artificiales.
Estos momentos de celebración callejera, por supuesto incluyeron abrazos a cuanto Carabinero que se nos cruzó, así como conversaciones de temática diversa con un también diverso público que también se encontraba callejeando y esperando el comienzo del nuevo año. ¡Nunca falta el personaje insólito y también Casanova! Nuestra amiga Margarita tuvo que bregar pacientemente, para despegarse educadamente a un restaurador de Moai. Como en el escenario a eso de la 1:30 AM se produjo un corto circuito que no lograron reparar, cerca de las 2 AM ya estábamos en nuestra cama.
Obviamente desayunamos tarde nuevamente y yo volví a darle descanso a mi rodilla, ya bastante trajinada. Christi partió junto a Margarita y Camila a unas cavernas con pinturas rupestres, aprovechando pasar a saludar a tortugas y peces en la caleta.
Me dediqué a elongar, escribir un poco y escuchar algo de música. Luego ya cerca de las 15 hrs partí a almorzar solo, a saborear el mejor ceviche de atún que comí en la isla, en el restaurante Kanahau, donde ya habíamos cenado el segundo día.
Camino a nuestro “local” al aire libre desde donde ya habíamos visto las puestas de sol anteriores, pasamos nuevamente frente al cementerio. Esta vez decidí fotografiarlo.
Finalizamos el día junto a otra puesta de sol…, parecen incansables, junto a un buen pisco sour y espumante. Aparte de la buena conversación con nuestros amigos, tras cierta bastante paciencia, tuvimos que ser tácticamente convincentes, para que un representativo, poético, simpático y quizás circunstancialmente algo bebido pascuense, se diera cuenta que nuestra conversación quizás no era tan interesante para él.
Nuestro último día, 2 de enero, es corto, ya que antes de mediodía debemos estar en el aeropuerto. Pero pactamos que nuestra guía, Fernando, recogiera a parte del grupo a las 6:30 AM para ir a ver el amanecer a Ahu Tongariki. Aunque nos tocó bastante nublado, igual fue un amanecer imponente, con un viento marino fresco, casi helado y atípico para la isla, pegando de frente en la cara. Regreso al hotel, desayuno, maletas…aeropuerto. Seguramente volveremos, ya que quedó bastante pendiente, también por mi limitación física.
Fotos del amanecer:
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