Deporte competitivo y empresas: muchos principios comunes para el éxito
¿Qué tiene en común una campeona mundial del salto con garrocha con un CEO de una gran organización?
Ambos están situados bien arriba y pudieron sacarle el máximo de provecho a sus habilidades. Cuando se habla de éxito, tanto en el deporte competitivo como en el management, se trata de lograr el más alto rendimiento. Para poder lograrlo, no es suficiente el talento genético para correr, saltar o una inteligencia fuera de serie para haber adquirido mejor conocimiento. Por ello, sólo una fracción de grandes deportistas o mentes brillantes escolares alcanzan posteriormente el éxito.
Como respuesta a la pregunta acerca de lo que diferencia a un participante seguidor de un campeón, caen rápido los slogans “habilidades blandas” y “competencias sociales”. ¿Pero todos saben concretamente qué es eso, y más aún, como ponerlas en práctica con eficacia en función de objetivos, metas, resultados?
Tanto los entrenadores destacados en el deporte, como también los gerentes y jefes en las empresas, una y otra vez hacen una experiencia desilusionante: se dan cuenta que apelar a más pasión, a más disciplina y a más creatividad, ya nos son suficientes. Eso no basta, ya que, si bien los destinatarios de estos mensajes los reciben con atención y buena disposición, les falta la mirada y herramientas claras cómo llevarlo a la práctica.
En los siguientes puntos, podrán darse cuenta de que existen muchas coincidencias entre el deporte de rendimiento y el mundo empresarial. El deporte genera muchas y profundas emociones en muchas personas, provocando pasión y euforia entre espectadores o seguidores, así como la capacidad de competir y el espíritu de equipo entre los actores.
En ello, no sólo se desarrolla una fuerza mental que también requieren los altos ejecutivos, sino al tirar estos paralelos muchas personas en cargos directivos pueden aprender del deporte en equipo: enfrentarse una y otra vez a situaciones complejas y muchas veces competitivas, en las cuales se decide si se cumplen o no los objetivos. También las personas en esos cargos, semana a semana enfrentan sus propios partidos, llenos de esfuerzo, de alto rendimiento, de decisiones profundas en plazos muchas veces muy cortos.
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A continuación, analizaré brevemente algunos de ellos y podrán deducir por cuenta propia, que al igual que en el deporte competitivo, es necesario centrase en el desarrollo de las propias fortalezas, pero también lograr un equilibrio con las verdaderas motivaciones y los espacios para “desconectarse del trabajo”.
El análisis estará agrupado en tres bloques, tal y como es en el deporte de alto rendimiento…y finalmente, en el management también debiera ser semejante:
- La Preparación
- Durante la Competición
- Después de la Competición es antes de Competición
La Preparación

“Vine, vi, vencí”. Esa frase de Julio César, estoy seguro, hoy no correspondería a un deportista de alto rendimiento. Por el contrario, esos deportistas poseen fases de preparación muy exhaustivas y planificadas con antelación. Los éxitos de los deportistas no son casuales. Lo mismo es válido en las empresas, ya sea de un área, de una compañía en su globalidad o en la carrera profesional de la persona. Requiere de diversos elementos y en su mayoría, no se logran fácilmente y requiere de trabajo intenso.
Encontrar el campo de juego propio – la importancia del talento y cómo usarlo
Sin talento, es muy difícil que haya alto rendimiento. La noticia positiva de esa conclusión: cuando se encuentra el campo de juego propio para poner en juego sus fortalezas más sobresalientes, así como el entrenamiento duro bien focalizado y con mucha iniciativa propia, son, en conjunto el gran paso hacia el progreso. Todos tenemos talentos, ya que siempre hay algo en lo que somos mejores que la media. El cuello de botella es descubrirlo. Pero una vez descubierto, p.ej. haciendo el paralelo con el deporte, si soy bueno para saltar aún no estará claro si mi campo de juego ideal es el voleibol, básquetbol, salto largo, alto o con garrocha. Quizás ninguno de los anteriores. El mensaje es: la gran meta es ser lo que realmente somos, transformarnos en aquello que somos capaces y ponerlo en juego donde sea reconocido y recompensado.
Pasión y entusiasmo – diversión y confianza promueven el alto rendimiento

La pasión da alas, es magia, de la cual muy pocos logran sustraerse. La prueba está a la vista, día a día, en tantos deportes: ¡un equipo, una atleta o un nadador algo más débil vence al más fuerte! ¿Por qué? En primera línea porque en ese momento puso en juego sus fortalezas de mejor manera, pero también, cuando hay mayor pasión, mayor intensidad en la competición. ¿No creen acaso, que es difícil mantener en alto una pasión si no hay éxito, si no hay recompensa, si no hay motivación, si no hay convicción? ¡Sí, es difícil!
Por ello: sumando pasión y entusiasmo a las fortalezas, puede ser determinante, ya que promueven la confianza en sí mismo y un rendimiento más alto. Y la fuente de energía para las pasiones y entusiasmo están en las emociones. Por ello las empresas no sólo deben producir productos y servicios, sino participar socialmente, así como promover principios y valores que le hagan mucho sentido a la gran mayoría de los colaboradores.
La foto de la meta en la mente – visiones realizables son propulsores para el éxito
“No hagas planes pequeños. No tienen la suficiente magia como para hacer arder tu sangre y movilizar tu alma”.
El éxito comienza en la mente y en eso, hay mucho que aprender de los deportistas de rendimiento. Aquí no me meteré “en las patas de los caballos” a hablar en extenso de neuroplasticidad, pero sólo diré que está probado, que nuestros pensamientos modifican la estructura arquitectónica cerebral. ¿Y? pensarán algunos. Explicado en simple: cuando cambia el mapa urbano del cerebro, se cierran caminos cuando predominan convicciones y creencias negativas o inflexibles, mientras las positivas y sistémicas provocan esa neuroplasticidad, así como una orientación positiva a la solución de problemas y el logro de nuevos recursos. Mohammed Ali ya lo decía: “para lograr ser un gran campeón, también debes creer en ello”. Les dejo tarea para la casa buscando varias frases célebres y brillantes de Michael Jordan, al igual que reflexionar con detenimiento acerca de la frase “El deporte no construye el carácter. Lo revela”.
En el trabajo en empresas pasa igual. Para llegar desde la visión a la meta concreta, primero es necesario determinar cual es esa meta realista, analizarla con honestidad y filtrando lo verdaderamente utópico, pero a la vez pagar en alguna medida ese precio, sí, ese que estés dispuesto a pagar por lograr esa meta. Por supuesto, esas metas son más fáciles de realizar si se emprenden en equipo, donde todos los participantes tiren del mismo lado de la soga.
Entrenamiento para cuerpo y espíritu – sistemáticamente y trabajando la fuerza mental
En el entrenamiento de alto rendimiento, nada puede dejarse al azar. Son varios expertos que se ocupan de distintas facetas de los deportistas: la física, la mental, la técnica y la táctica, la nutricional, la fisioterapéutica y la médica. El énfasis de cada cual se modifica a lo largo de un año, donde evidentemente varía la planificación de cada uno de estos énfasis y cargas según la etapa preparatoria, precompetitiva, competitiva o de recuperación.
Una práctica de esta naturaleza aún es deficitaria en la mayoría de las empresas. Se entrena poco, es decir se compite muchas veces sin suficiente preparación y capacitación a la medida, sin especialistas apoyando las diversas fases, sin perfeccionamiento suficiente orientado a los objetivos y resultados, sin entrenamiento mental dirigido y muchas veces circunscrito al aumento de presión sin fundamento, con fases de recuperación también deficitarias. ¡Aquí hay un montón para aprender del deporte competitivo para aumentar el rendimiento, es decir, la productividad!
Patrones de comportamiento accionables e imágenes internas claras – la importancia del desarrollo de las habilidades mentales

Para aclararlo de antemano: la fortaleza mental no es aquella que resiste más presión, más carga, más reveses, más competitividad con los pares, más deslealtades.
La real fortaleza mental puede entrenarse. En el deporte sobran ejemplos en todas las disciplinas, ya que se le otorga una importancia bastante alta. Esto es como crear un propio sistema de navegación interna, el generar imágenes internas o visualizaciones de cómo debiera verse el resultado de una acción, de un proceso, de una competición…, en las cuales el deportista se concentra y focaliza. Si las integra regularmente en los entrenamientos técnicos o tácticos, cuando las requiera en la competición, le será más fácil conectarse con ellas y resolver el problema. Por ello, muchos hemos visto a deportistas o equipos deportivos recuperarse de bajones competitivos que parecían irreversibles. En las empresas sucede lo mismo, muchas veces los reveses y problemas frecuentan más que los éxitos. Si se trabajara más sistemáticamente en el desarrollo de la fortaleza mental, es decir en definir y consolidar grupalmente esas visiones, sueños, objetivos, valores o principios comunes, otro gallo cantaría en muchas organizaciones.
Desarrollar conceptos innovadores – creatividad y valentía abren nuevos horizontes
En la innovación es donde quizás la brecha entre deporte competitivo y empresa es más pequeña. Entrenadores valientes siguen nuevos caminos. Gerentes valientes también. Innovadores, por lo general piensan “fuera del cajón”, sistémicamente. Pero son muy pocos los emprendedores o managers de grandes consorcios, que llegan a las innovaciones por inspiración, sino debido a un caldo de cultivo existente, porque hay trabajo focalizado en esa dirección, el que promueven al interior de toda la organización, sea grande o pequeña.
También los cargos directivos requieren entrenamiento de acondicionamiento
Los deportistas de alto rendimiento, sin duda poseen una auto-responsabilidad alta en llevar a cabo las indicaciones de su equipo profesional: pueden realizar el calentamiento previo solos, realizan conscientemente elongaciones por su cuenta después de la competencia, se alimentan de acuerdo a su plan personalizado, ello, entre tantos otros factores para los cuales no requieren control. Lo ejecutan bien y por cuenta propia y con ello se logra armonía. Si los cargos directivos trabajaran más en ellos mismos, para aprender técnicas que apunten a lograr mayor armonía en sus equipos de trabajo, pero también el resolver los temas que les competen directamente y no delegarlos porque son un desagrado, estarían trabajando en su acondicionamiento. En general falta apertura y disposición para adquirir otras competencias de liderazgo, por ejemplo, las adaptativas. Muchas veces los egos desmedidos y la soberbia prevalecen.
La magia del espíritu de equipo – lo que hace que un grupo se transforme en ganador

Con una mano es muy difícil atarse los cordones del zapato. Si ya tienes dos manos: ¡¡utilízalas!! Todos los equipos deportivos poseen estrellas y siempre existirán. En las empresas también. Rara vez una competición se define porque esa estrella brilló sola, ya que brilla más, cuando el equipo funciona como un todo. Messi, Argentina y el Club Barcelona son un ejemplo inevitable en el fútbol, donde Messi rinde más y donde menos. Cuando el equipo no funciona, es porque tampoco funciona el espíritu de equipo. Por ello existen entrenadores que prefieren no tener en su equipo a una estrella egocéntrica: Suecia dio ese ejemplo dejando fuera a Ibrahimović en el último mundial de fútbol en Rusia. Ello no sólo se ve en deportes colectivos con balón, también en velerismo, remo e incluso en deportes individuales como atletismo o natación, donde ese espíritu de equipo incluye al cuerpo técnico y médico. Por ello que es importante trabajar el espíritu por un éxito conjunto, y el desplazamiento de los egos exacerbados. Los equipos se construyen, se trabajan, crecen juntos y logran apasionarse grupalmente por alcanzar las metas. Tanto en el deporte como en la empresa hay triunfos y derrotas. En las derrotas hay que buscar las respuestas en uno mismo. Con ello el equipo no sólo corrige el rumbo, sino se sobrepone más rápidamente a la derrota, los integrantes dejan de recriminarse. Aquí no ahondaremos más en el tema “formación de equipos”, ya que existen diversas técnicas y metodologías ampliamente conocidas y accesibles por distintos medios.
Ganadores siempre siguen su camino – no existe conformismo con lo ya logrado
Personalidades directivas sobresalientes en destacadas empresas no dan instrucciones, sino muestran la dirección, encantan, apasionan, entusiasman e inspiran a sus equipos de trabajo, para ir por visiones y objetivos comunes, por el éxito del equipo. Eso también lo hacen regularmente los buenos entrenadores. Pero también tienen claro su camino: si hay éxitos, no se conforman y suben la vara. Si hay contratiempos corrigen la dirección.
No hay triunfo sin liderazgo – liderarse a si mismo y al equipo hacia la cima
Ya decía Goethe con mucha sabiduría: “trata a las personas como si fueran lo que deberían ser y los ayudarás a convertirse en lo que son capaces de ser”.
Si alguna vez fueron autoritarios los entrenadores de equipos deportivos exitosos, hoy ya no lo son tanto. Sí, claro, toman las decisiones, pero en este nuevo liderazgo y más allá de los problemas técnicos, se enfocan mucho más en entender los problemas a nivel humano, de manejo grupal, de fortaleza mental de los deportistas. Ello lo hacen reconociendo las emociones y adaptando los avances técnicos, físicos y tácticos que cada deportista realiza dentro del equipo, tratando a cada integrante de manera diferenciada. En ello, no sólo lo impulsa a realizar lo que mejor sabe hacer, sino que lo haga en función de una estrategia, una táctica y que lleve al equipo al triunfo.
Durante la competición

Las temporadas competitivas son largas y extenuantes, en lo físico, mental y emocional. En ese largo proceso, habrá momentos cúlmines y decisivos como finales, olimpíadas, torneos suramericanos, pero también otros, donde se cuidarán las reservas. Esos deportistas manejan presión, no pueden perder la concentración y menos aún salirse mucho de lo planificado. Pero también trabajará su corazón luchador y sus tácticas de caso a caso.
Empresas no participan en olimpíadas y sus colaboradores no obtienen medallas de oro, plata o bronce. Pero también compiten en su rubro o sector. Personas buscan hacer carrera. Al igual que deportistas, quienes busquen campeonar deben saber competir.
“Pole position” y última fila – el manejar la presión y sacarle provecho
La presión es distinta a quien está en la primera fila y quien está en la última, no es lo mismo para el escolar que se sacó puras notas máximas y quien pasó raspando en varias asignaturas. El año siguiente, la presión de ambos escolares nuevamente es distinta: uno, para mantener la primera fila, el otro, por mejorar posiciones y aumentar el esfuerzo para escalar en las notas. En el deporte competitivo, no sólo en la Fórmula 1 sucede lo mismo, al igual que a Top-Manager o Directores de Cine.
Éxito y diversión como válvula para manejar la presión. En el deporte, el manejo constructivo de la presión crece con la mayor experiencia y la mentalidad ganadora. Michael Jordan decía que “Nunca pienso en las consecuencias de fallar un gran tiro… cuando se piensa en las consecuencias se está pensando en un resultado negativo”.
El tema es largo y profundo y las diferencias entre ambas situaciones es grande. En este lugar sólo quiere dejar el punto lanzado para la reflexión. Cada cual se puede situar donde corresponda.
Concentración de pensamientos y acciones – cuando la “visión de túnel” y el retiro interior cobran una importancia determinante

La concentración es la capacidad de ignorar distracciones y centrar la atención. Muchos Gerentes creen que deben estar en muchas partes a la vez, en varios proyectos. Claro, ponen algo de lo suyo, pero sin profundidad y por ende sin eficacia y trascendencia. Aprender del deporte de alto rendimiento significa, decidirse y centrarse en metas primordiales y delegar o postergar las demás. Muchas personas no avanzan, simplemente porque dispersan sus esfuerzos, energía y conocimientos.
Impulsos positivos por “juego limpio” – el respeto por los demás y el beneficio propio son compatibles
Aquí no se trata de ser engrandecidos como algunos hicieron con Maradona por su gol con la mal llamada “Mano de Dios”, contra Inglaterra en el Mundial de Fútbol del año 1986, pasando de ronda gracias a ello. Finalmente Argentina fue campeón y podría suponerse, que la ausencia de “juego limpio” rindió sus frutos. No para Maradona. Su vida habla por si sola y está claro, que en el mediano y largo plazo no le rindió frutos en lo personal. Tampoco Argentina volvió a ser campeón del mundo y su última Copa América la ganó 1993, es decir hace aprox. un cuarto de siglo atrás. Otro ejemplo, son las exageradas caídas de Neymar en el Mundial de Rusia, claramente intencionadas a inducir al error del árbitro. Finalmente fue el hazmereír universal del torneo mundial.
Juego limpio no sólo implica cumplir las reglas, sino el trato respetuoso de los demás actores y por supuesto, un comportamiento cooperativo. No sólo es importante qué se hace, sino cómo se hace. Para generar credibilidad y éxito persistente, no sirven las ventajas cortoplacistas mal habidas, sino sólo si se construye sobre una sólida base ética.
Lograr ventajas gracias a táctica y estrategia
Quien no planifica decisiones, sino recién se ocupa de un tema cuando la decisión debe tomarse, actúa a destiempo.
Ya sean deportistas individuales o colectivos, se preparan para sus decisiones. Un corredor de Fórmula Uno estudia el circuito, a los rivales, las posibilidades de éxito al comparar los autos, luego toma decisiones y por ejemplo, selecciona neumáticos junto a su “team”. Un equipo de balonmano analiza a su rival que posee jugadores muy rápidos y que hacen circular rápidamente el balón de un extremo lateral al otro. De acuerdo a ello, el entrenador decide que sus defensas trabajen en función de la circulación del balón, buscando superioridad numérica defensiva donde está el balón. Ambos serían ejemplos tácticos.
La estrategia posee una mirada de más largo alcance, determina el objetivo superior que por ejemplo es ser campeón al final de temporada, mientras la táctica son las medidas que llevan a ello. Es frecuente que tanto en el deporte como la empresa se confundan estrategia y táctica. Volviendo al ejemplo del balonmano: la estrategia define el sistema de ataque, de defensa y de transición, así como los movimientos que ello implica. En función de esa visión de juego se trabaja paso a paso y día a día, con diversos objetivos intermedios. La táctica, como en la maniobra anterior contra un rival específico, se realiza para sorprenderlo y arrinconarlo, pero sin resignar a la propia estrategia en el largo plazo.
Pelear cada punto, cada carrera, cada competencia – la fuerza competitiva superando vallas y a través de las crisis.
Uno debiera luchar por aquello que le parece importante en la vida. Lamentarse posteriormente de no haber luchado, es peor, que haber perdido el juego. Muchos equipos y deportistas de rendimiento ganan o mejoran gracias a su fuerza competitiva, de luchar hasta el final. Por ello no debe menospreciarse este factor y menos aún, dejarse al azar. El aprender a luchar por los objetivos, las convicciones, los principios es capaz de potenciar, restablecer o encender la confianza en uno mismo, movilizando las últimas reservas físicas y mentales, lo que frecuentemente hace la diferencia. En el deporte acostumbramos ver casos así. En la empresa no tomamos tanta consciencia de ello, y quizás, un ejemplo rimbombante, es Steve Jobs, quien tuvo la resistencia y la capacidad de lucha, para sobreponerse a las crisis. Como dijo alguna vez un gran amigo mío del deporte y del trabajo: “Quien lucha, también puede perder. Quien no lucha, ya perdió”. Como en la vida, en el deporte competitivo y la empresa, es importante el largo aliento. Las personas luchadoras, frecuentemente se transforman en líderes, en ejemplos a seguir. Una manera de entrenar la capacidad de luchar, sin duda es luchando, en cada entrenamiento y sin conformarse con menos que lo óptimo.
Después de la competición, es antes de la competición

La siguiente competición o partido vendrán pronto, eso es seguro. Ello es válido para perdedores y ganadores. Con una alta tolerancia a la frustración, el conocimiento de las propias fortalezas, en gran medida muchísimos deportistas o equipos de alto rendimiento logran dar el paso hacia un mejor rendimiento, con impulsos positivos.
Escuchen bien: en las empresas después de cada ascenso, los espera el siguiente y quienes finalmente llegan a la cima de la escalera del éxito, deben justificar o comprobar una y otra vez la posición alcanzada. Pero en ese proceso casi no celebran. Quizás un brindis en casa con la pareja, familia y amigos más íntimos y listo, se guarda en el cajón, vamos por la siguiente.
Campeones deportivos sí saben de balances entre trabajo intensivo y de recuperación intensiva, incluidos los festejos.
Competir y ganar – el celebrar de manera razonable carga la memoria motivacional y de espíritu de equipo
Los éxitos deben saborearse y disfrutarse verdaderamente, porque, si no lo hacemos nosotros… ¿quién entonces?
En la mayoría de las empresas se celebran poco los éxitos personales y los colectivos. Las malas razones son múltiples, como mantener la compostura, “no vayan a mal acostumbrarse los colaboradores”, “es una pérdida de tiempo”, entre otros.
En las empresas debiera reflexionarse al respecto. En el deporte están instaurados algunos rituales de celebración, como la champaña en el podio de los “deportes tuerca”, himnos nacionales en olimpíadas y otras competiciones importantes, pero también tras bambalinas y para triunfos menores en los terceros tiempos y otras instancias frecuentes. En las empresas es más bien esporádico y mientras más alta la jerarquía organizacional, tanto más espaciado o retraído.
Para muchos, su trabajo es una parte demasiado importante de sus vidas, para que los éxitos sean simplemente asumidos con normalidad y sin ningún aspaviento. El festejar es una decisión con la cabeza y el corazón. El no festejar, es una determinación sólo tomada con la cabeza. Los festejos cultivan las pasiones y el entusiasmo, pero de paso, liberan tensiones tras el triunfo y son espacios de reconocimiento más relajado e informal, más natural. El no festejar un triunfo trabajado por sobre la casualidad o el azar, es desvalorizar el éxito.
Aprender de las derrotas – cómo desarrollar optimismo después de derrotas y usarlo como puente para la vez siguiente

La historia de Abraham Lincoln está plagada de derrotas, decepciones y pérdidas en lo personal, negocios y en la política. Sin embargo, él nunca dejó de seguir intentándolo y luchando por sus ideales. Su fe y su lucha fue lo que finalmente lo llevó a ser nominado por su partido como candidato y finalmente lograr ganar las elecciones en 1860. Si tras la primera derrota electoral en su carrera al congreso hubiera abandonado, hubiera sido un fracasado, pero Lincoln lo siguió intentando (fue derrotado tres veces en las elecciones al Congreso). Hizo de cada pérdida una fortaleza, supo convertir cada derrota en un nuevo reto. Y lo logró.
El deporte competitivo está plagado de triunfos y derrotas. Estas últimas son parte del quehacer deportivo y si en cada una de ellas los deportistas cayeran en la frustración, decepción, desmotivación, resignación, realmente no serían deportistas de alto rendimiento. Las derrotas deben analizarse y ser procesadas. Para quienes buscan motivados sus objetivos, siguiendo una estrategia deportiva de mediano a largo plazo, tampoco se impresionarán mucho ante sus derrotas. El pensamiento positivo es clave en esos casos y, puede entrenarse, a través de un análisis honesto, ya que los malos rendimientos muchas veces constituyen un nuevo punto de partida para evoluciones positivas.
El apoyo del medio, del público, de la prensa – factores más influyentes de lo que se piensa y cómo manejarlo
En el deporte, aún en la derrota y a pesar de poder ser muy críticos, los “fans” de un deportista o de un equipo pueden llegar incluso a la euforia, por los cuales están dispuestos a realizar sacrificios económicos y de su tiempo libre personal. Pero también disculpan fracasos cuando ha existido espíritu de lucha, haberlo dado todo a pesar de una derrota, empujando a mejorar el rendimiento. Pero no queda ahí, ya que con esa euforia de los hinchas enganchan los medios, los auspiciadores, los inversionistas, la política…
¿No les parece que transformar clientes, colaboradores o aliados públicos o privados en “fans”, hinchas, adherentes incondicionales o como prefieran llamarlos, es uno de los secretos de empresas y emprendimientos atípicos? ¿Cómo lograrlo? Aquí no haré un tratado, pero insinúo el camino a través de algunos pocos titulares:
- Mayor participación en la creación y festejo, no sólo en la ejecución
- Aceptar la crítica – el feedback es multidireccional
- Con los pies en la tierra y humildad ante los éxitos personales
- Tomar en serio la crítica fundada y aprender de ella
- “Storytelling” o narración historias generan confianza y cercanía, dándole una cara a las empresas y sus más altos ejecutivos
Cargar las pilas – el trabajo y la recuperación requieren un equilibrio
Cuanta razón tiene Mario Benedetti al escribir este poema:
De vez en cuando hay que hacer
una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.
¡Nadie puede ser eficiente y eficaz si es un “Perpetuum Mobile”! Los deportistas requieren pausas, cortas y más largas, ya que el alto rendimiento por un tiempo prolongado, requiere de una alternancia entre la tensión y la relajación, ya que es la única manera de lograr regeneración.

En las empresas, demasiadas personas caen en el exceso de trabajo, ya sea por ambición, ineptitud, creerse imprescindibles, aceptación de un exceso de tareas, entre otros. Ello, de alguna manera lleva la dependencia, sí, como las drogas, el alcohol o el cigarrillo. Ello conlleva a una mayor producción de las hormonas del estrés: la adrenalina y el cortisol, las que en justa medida, ocasional y puntual contribuyen al así denominado “buen estrés”. Pero cuando hay estrés deportivo y laboral excesivo y más constante, el cortisol, entre otros efectos negativos, incrementa el nivel de azúcar en la sangre y suprime el sistema inmunológico. La adrenalina incrementa la frecuencia cardíaca y contrae los vasos sanguíneos. Otros vasocontrictores como la adrenalina son la cafeína y la cocaína.
Para el catabolismo del estrés, se requiere relajación y en las empresas, frecuentemente, ello es confundido con pérdida de tiempo. El balance entre trabajo y vida privada amerita decisiones y compromisos, para evitar el así llamado síndrome de burnout o de desgaste laboral. Los síntomas más frecuentes son los siguientes:
- El cansancio y agotamiento emocional, es decir una progresiva pérdida de las energías vitales y una desproporción creciente entre el trabajo realizado y el cansancio experimentado.
- La despersonalización, es decir un modo de responder a los sentimientos de impotencia, indefensión y desesperanza personal, alternando con episodios de depresión y hostilidad hacia el medio.
- El abandono de la realización personal, el que comienza a generar pérdida de ideales y, fundamentalmente, un creciente apartamiento de actividades familiares, sociales y recreativas, creando una especie de autoreclusión y aislamiento.
Los caminos para lograr el catabolismo del estrés son muy personales, ya que como buena opción, incluso deportistas de un deporte competitivo pasan a la recreación en otro deporte. Para quienes trabajan en las empresas, ya es bien conocido que el deporte realizado regularmente es un buen camino, en cualquiera de sus formas, pero también la música u otros medios de relajación, negociar más vacaciones o incluso períodos sabáticos, pasar más tiempo con familia y amigos, entre otros. Sin embargo, la mejor ayuda es “parar de trabajar”. No se trata de holgazanear o apostar a la lotería y dedicarse a sólo viajar y no hacer nada de nada, sino ir al trabajo el día lunes con la predisposición de día viernes. Ello…, complementado con cambios en el propio modelo trabajo o tipo de trabajo que realiza cada cual. En la charla “¡Para de Trabajar!” entrego algunos indicios como intentar lograrlo, así como las potenciales consecuencias de no hacerlo.
Excelente. Me ayudó a ordenar ideas y conocimientos