Tras las huellas de las fuerzas auto-curativas del organismo
El presente artículo fue escrito por Jorge Alberto Duque Mejía, Director del Centro de Respiración VITAL –AIRNERGY, Popayán, Colombia
Para los que hemos tenido el privilegio de transitar por los senderos de lo que hoy se llaman las medicinas alternativas, o biológicas, u holísticas, no suena desconocido el título de estas líneas. Cosa distinta es saber si lo entendemos, si sabemos qué hacer con las tales fuerzas auto-curativas. Pensando primitivamente nos imaginamos que se debe tratar de algo que nos cura, algo distinto al médico, a la píldora, a la inyección y a lo que, de modo general, encarna la bata blanca y el estetoscopio alrededor del cuello.
Tratando de hacer un frío auto-análisis, debemos confesar que nosotros, los que presuntamente representamos la punta de la pirámide de la creación, no somos una especie muy sana que digamos. El número de enfermedades, sin tener en cuenta las que aún no han aparecido ni han sido bautizadas con algún nombre bien raro, sigue creciendo a pesar de las ingentes cantidades de dinero y “ cerebro “ que se les invierte. Cada día hay más laboratorios, ninguno parece quebrar por la subida o bajada del dólar. Pues claro, ¿cómo van a quebrar, si compran por toneladas para vender por miligramos?
Los médicos alternativos, aquellos que finalmente no se cansaron de nadar contra la corriente, siguen pescando en río revuelto para poder reforzar eso que, alguien, en algún momento, rotuló como “fuerzas auto-curativas del organismo “. Lo hacen con hierbas, con homeopatía, con agujas chinas, con terapia neural, con electro-acupuntura, con shiat-su. Aquellos que ya entendieron el tema de la energía, lo hacen con un consejo, con unas palmaditas en la espalda o con un “ que Dios te acompañe! ”. Lo mejor de todo es que funciona, a pesar de nosotros mismos. Pero aun así, no le hemos podido tomar el verdadero pulso a ese concepto que se nos está volviendo espanto, el de las tales “fuerzas auto-curativas del organismo”.
Remontémonos al momento en que Dios nos puso en este mundo, o por lo menos, tratemos de trasplantarnos a ese momento. Es de suponer, que como todo lo que hace Dios, es bien hecho, nosotros también deberíamos suponer que quedamos bien hechos. Al fin y al cabo fuimos hechos a imagen y semejanza del Señor. En tal virtud, debemos suponer que Él no nos mandó para que pasáramos los lunes, los miércoles y los viernes de 7 a 11 de la mañana, en una sala de diálisis. Tampoco nos envió a tener que recibir múltiples sesiones de radio y/o de quimio-terapia. No creo que el Señor haya previsto que tengamos que tomar una pastilla para orinar, otra para defecar y otra para dormir. El que hayamos llegado a este estado de cosas no es culpa de nadie más que de nosotros mismos. Unas enfermedades poco analizadas, como la soberbia y el orgullo, nos han llevado a creer que estamos en capacidad de darle clases a la naturaleza, y algunos, al Maestro mismo.
Después de aventurarnos por unos vericuetos que sabemos no son del gusto de todos, creo que empezamos a entender qué son esas tales “fuerzas auto-curativas”. Son las que nos mejoran / curan de la gripe sin química, sin laboratorios, sin efectos colaterales. Sí, con una simple agua de panela con limón y algo de jengibre rallado. ¿Pero quién hace que estas cosas tan sencillas, tan del diario, nos ayuden a salir de un estado tan lamentable como el que produce una gripe con todos los fierros? Precisamente las fuerzas auto-curativas del organismo. ¿Quién o qué hace que la herida de una cortada se cierre, sin suturas, sin anestesia, sin cirujano plástico? Esas benditas fuerzas auto-curativas del organismo. ¿Quién o qué nos avisa que debemos mantener una regularidad en nuestro tránsito intestinal, o que debemos orinar cada cierto tiempo? Esas gloriosas fuerzas auto-curativas del organismo.
Cuando el Creador nos puso a caminar sobre esta tierra, nos entregó lo fundamental para vivir y sobrevivir, con o sin manzana, con o sin serpiente. Como alimento primigenio nos entregó el oxígeno integrado en el combo que integra el aire que respiramos, el cual se compone de tres elementos, a saber: un 78% de nitrógeno, un 21 % de oxígeno y un 1% de gases nobles varios. Es esa la composición del aire que respiramos y ninguna otra. Lo que sale de una pipa o bombona de oxígeno en la UCI ( Unidad de cuidados intensivos), en urgencias o en el taller de soldadura autógena, no tiene la composición tripartita que tiene el aire atmosférico. Aun hoy, en un mundo en donde prima la moda de lo gourmet, que no necesariamente es lo nutritivo, es difícil encontrar el suficiente número de personas que entiendan y sepan claramente que, desde el punto de vista nutricional, lo más importante no es ni la chuleta, ni el beef-steak, ni el sancocho, ni la tortilla. Podemos vivir más de un mes sin probar nada sólido, unos ocho días sin pasar una gota de líquido, pero no más de 3 minutos, máximo, sin respirar. No es difícil colegir, entonces, que el alimento más importante es aquel que respiramos, que inhalamos, entre otras, gratuitamente. Desde luego que dentro del combo 78% / 21% / 1% lo que más nos interesa es el 21%, el oxígeno, pues sin él, no hay vida. Así de claro!!
Creo que si insistimos en seguir buscando por este camino, empezamos a acercarnos, eventualmente, a entender qué y para qué son las tales ”fuerzas auto-curativas del organismo “. Digo lo anterior, porque a esas tales fuerzas algo las tiene que mover. Algo tiene que hacer que una herida abierta tienda, normalmente, a cerrarse. El organismo, gracias a su inteligencia (que día a día es menos convincente) tiende siempre a la normalidad, a la armonía, a cerrar las heridas y no a dejarlas abiertas, a expulsar lo que estorba en el interior de ese cuerpo inteligente. Pero para hacer eso necesita de energía, como lo necesita para parpadear, para escuchar, para mover un dedo, para respirar, para ver, para caminar, para comer, para hacer la digestión, para dormir y para todo cuanto haga parte del metabolismo vivo del ser humano. Ahora sí viene la pregunta que eventualmente nos puede empezar a aclarar el camino ¿ de donde viene esa energía, de donde la saca el cuerpo? Sabemos que en el mundo material, la energía, entre otras, la generan las centrales eléctricas, con sus turbinas etc. Pues esta maravillosa obra de la naturaleza que es el ser humano, también dispone de centrales eléctricas, con sus respectivas turbinas y demás. Las centralitas eléctricas del cuerpo se encuentran anidadas en todas y cada una de los millones de millones de células y se llaman las mitocondrias. Estas diminutas centrales eléctricas generan, por día, el equivalente al peso corporal en energía, representada ésta en ATP (adenosina-tri-fosfato). Al igual que en el mundo externo, esas centrales trabajan día y noche, pues deben generar toda la energía que el cuerpo gasta las 24 horas del día, inclusive durante el reposo y el sueño. Las turbinas no se pueden dar el lujo de detenerse, so pena de que en alguna zona del cuerpo, en algún órgano, en algún sistema, se produzca o un bajonazo en la energía o se produzca un apagón. El bajonazo podría equipararse a un determinado malestar, a un achaque menor, pero un apagón ya equivale a una enfermedad declarada.
Y nos seguimos acercando a las misteriosas “fuerzas auto-curativas”. Pues resulta que esas turbinitas generadoras de la ATP-energía celular, no trabajan sino con un solo tipo de combustible, con oxígeno (102 = para los conocedores es el oxígeno singlete). Para que haya energía y, por consiguiente, luz estable y permanente en ese cuerpo humano, el suministro del combustible para las centrales eléctricas debe ser permanente y el combustible debe ser de excelente octanaje, de calidad óptima.
¿No será acaso que ese combustible tiene algo que ver con las tales “fuerzas auto-curativas del organismo? Ya sabemos que la química no es la que mueve esas fuerzas, más bien las inhibe, pues les quita responsabilidades, les pone muletas y simula reemplazarlas en sus funciones.
Creo que para un mejor entendimiento hay que analizar dos palabras en su acepción más clara: Las medidas específicas y las no específicas frente a una disminución de la energía, o sea frente al momento en que se hace presente un malestar, un achaque, una enfermedad. La omni – abarcante y todopoderosa industria farmacéutica nos ofrece todo lo específico que queramos. Si es para orinar, nos brinda la pastilla para orinar, si es para defecar, nos ofrece el laxante pertinente, si es para dormir, nos brinda opciones light, médium y forte. Desde luego que en el inserto nos advierten de todos los posibles y eventuales efectos colaterales que pueden llegar a tener esos específicos, amén de la posibilidad de que nos volvamos adictos al específico. Por otra parte se nos advierte que no sirve si no para una cosa, y si acaso llega a servir para otra, es por efecto rebote o como efecto colateral.
No creo que ninguno de estos específicos, con tantas reglas, limitaciones e intimidaciones, nos de luces sobre lo que andamos buscando: las huellas de las fuerzas auto-curativas del organismo. Más bien lo que creo es que nos las embolatan aún más.
Para poder dar con una idea clara de lo que esas fuerzas realmente son, tendremos que volver sobre el significado de lo que es inespecífico, pues lo específico no parece satisfacer la amplia necesidad de energía faltante que nos agobia cuando se nos empiezan a presentar los “ primeros apagones o bajonazos de voltaje ”.
En ese contexto no tenemos más que hacer que remontarnos a lo que es realmente elemental para vivir. Ningún ser humano puede vivir sin oxígeno. Dios nos lo entrega acompañado de otros dos componentes en el aire que pone a nuestra disposición para respirar, para vivir. Parece que es por aquí, por donde nos podemos meter para buscar y seguir la huella a nuestras fuerzas auto-curativas, pues el aire que respiramos es inespecífico, no requiere de receta, no hay orden de remisión para hacerse a él, no lo venden en la farmacia de la esquina, no produce efectos colaterales y está a nuestra disposición las 24 horas del día y los 365 días del año. ¿Qué más podemos pedir? Además es gratis!!
Los investigadores alemanes de la casa Airnergy AG parecen haberle dado al clavo en toda la cabeza cuando estructuraron y pusieron en práctica la técnica de Espiro – vitalización.
¿Cuál es el gran descubrimiento? Es más sencillo de lo que pensamos, aunque haya implicado altísimos costos de investigación y de puesta en práctica. No creemos equivocarnos al pensar que los alemanes, como base de partida, concentraron sus esfuerzos en esa combinación o combo de 78% de nitrógeno, 21 % de oxígeno y 1% de gases nobles varios. Ese es el combo que tiene a su disposición todo ser humano para respirar, para vivir y para sobrevivir. Así de sencillo!! Una vez entendido que lo que más nos atañe a nosotros, los humanos es el 21% ( oxígeno ), también tenemos que fijarnos en la calidad de ese 21%, pues sí vamos a centrar nuestra atención en lo inespecífico por excelencia, más vale que ese 21% esté absolutamente limpio, energizado, cargado, ya que, finalmente, es el combustible que sirve para que nuestras centralitas eléctricas generen nuestra energía vital. Nada más ni nada menos! Para resumir el revolucionario invento de los alemanes, con tecnología 100% alemana, lo que lograron fue, apoyándose y copiando un proceso bellísimo de la naturaleza, el de la fotosíntesis, hacer que ese 21% de oxígeno contenido en el combo (78/21/1) salga super-cargado, energizado, como si se tratara de oxígeno de los Alpes, de aquellas regiones a las que el depredador humano aún no ha llegado. Pues resulta que ese aire atmosférico super – cargado, es el que respiramos en ciclos de 21 minutos cuando nos sometemos a una sesión de espiro-vitalización con los equipos de la casa Airnergy.
La experiencia de someterse a una espiro – vitalización consiste en confrontarse, en toda la integralidad del cuerpo humano, con lo inespecífico por excelencia. Lo inespecífico equivale a lo básico, a lo fundamental, a lo esencial, a aquello sin lo cual la vida no es posible. O sea que lo necesitamos todos, sin importar la edad, pues todos, sencillamente todos, ya seamos pacientes de la medicina convencional o de la medicina alternativa, necesitamos del oxígeno.
Lo anteriormente afirmado es lo que nos explica el amplísimo rango de aplicaciones que se le ha encontrado a la espiro-vitalización. ¿Para qué es buena la espiro-vitalización? La respuesta es categórica: Para todo.
Al haber podido realizar, hasta la fecha, más de 2250 sesiones de espiro-vitalización y el haberles podido hacer el seguimiento, nos permite afirmar que los efectos, tanto en el bienestar subjetivo como en el objetivo, de las personas que se espiro-vitalizan, es plenamente positivo. Desde luego que hay casos espectaculares que deslumbran por la rapidez y por la forma como se presenta la normalización; otros se demoran un poco más, pero, al final de cuentas, se logra una interiorización por parte del paciente y al tiempo empiezan a cosechar los beneficios. Mucha gente afirma: “ A mí no es que se me haya quitado el dolor de tal o tal parte, pero eso sí, he vuelto a saber lo que es un sueño reparador”. Y después de un cierto tiempo de sueño reparador, de pronto, se dan cuenta que el dolor también ha desaparecido. Pero aparte del bienestar físico que ayuda a lograrse, uno de los “efectos colaterales” benéficos más importantes, es lo que se sucede a nivel anímico-perceptivo-espiritual.
Puede ser que la producción aumentada de serotonina ( hormona de la felicidad, como consecuencia directa del ingreso de un mejor combustible para las células ) sea la que le trae sosiego, tranquilidad y “des-acelere” a la persona. ¿ No será que, de pronto, esas fuerzas auto-curativas del organismo están volviendo a despertarse gracias a la espiro-vitalización, a la inespecificidad de la cual todos los humanos requerimos ?
No cabe duda que el nivel de información al cual está sometida la población de hoy en día, es muy diferente a la especie de “borregismo complacienmte” con el cual nos arriaban en mi niñez y juventud. Claro que, en esos días, las formulaciones magistrales de las abuelas no tenían que competir con tantos laboratorios y vendedores de ilusiones como sucede hoy. Pero aun así, no existe un solo remedio de las abuelas que haya tenido que ser retirado del mercado por orden de las autoridades sanitarias, debido a los daños colaterales ( iatrogenias ) que produce. El agua de panela con limón y con jengibre para las gripas, sigue tan campante como cuando fue patentada por la primera de las abuelas.
Parece que nos acercamos a entender qué son las tales fuerzas auto-curativas del organismo y de quién dependen. Salvo mejor opinión, hoy considero que la espiro-vitalización en uno de los medios más inocuos y geniales para volver a despertar y llevar al sitial que se merecen a esas fuerzas auto-sanadoras del organismo que han venido estando amordazadas, esposadas y encadenadas por el facilismo y el mercantilismo de los laboratorios farmacéuticos.
Además de que las espiro-vitalizaciones no se llevan a cabo con química alguna, permiten que el organismo, otra vez cargado de energía limpia y proveniente de la naturaleza, genere en las personas un estado de bienestar que aumenta la eficiencia y eficacia en el trabajo, agudiza la mente, afina las defensas y, quizás como efecto colateral de la producción aumentada de serotonina, predispone a las personas a ser incluyentes, a querer ayudar, a servir. Las vuelve conscientes del valor que tiene nuestro medio ambiente, del cual los únicos responsables somos nosotros. Al funcionario público, por ejemplo, encargado de velar por un aire limpio en las ciudades, le hace caer en cuenta de esos vehículos que hace rato debieron haberse chatarrizado en vez de andar por las calles y caminos contribuyendo a deteriorar nuestro alimento esencial, el aire que respiramos y que contiene ese sagrado 21% de oxígeno que es nuestra fuente vital. Ese funcionario que, gracias a la espiro-vitalización, adquiera la consciencia de la necesidad de su proceder para salvaguardar nuestro medio ambiente, ese sí le está sirviendo a la comunidad. Y parodiando una reciente frase que inmortalizará al Papa Francisco: < El que no viva para servir, no sirve para vivir>.
Apenas más y más empresas, como está sucediendo crecientemente en Alemania, les ofrezcan el beneficio de esta nueva modalidad respiratoria a sus empleados, empezaremos a ver una sociedad más ecuánime, más tranquila e incluyente. Nos podremos librar, o por lo menos empezar a librar, de ese enemigo invisible que es el estrés y que, indudablemente, es el promotor de una gran parte de la pérdida de nuestra energía ( léase del inicio de muchas de nuestras enfermedades ).
Nota de Ricardo Gevert: En esta página web se podrá encontrar información adicional en español, inglés y alemán, tanto escrita como en videos.
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