Patagonia 2016 – Por el Estrecho de Magallanes en un bote Zodiac

Y….., sí partimos hoy temprano al Cabo Froward, antiguamente llamado Morro de Santa Águeda, que es el punto más austral de la masa continental de América. A pesar de que había llovido mucho toda la noche y aún llovía un poco, nos alentaron, ya que los aguaceros estaban en declinación y en la zona a la que iríamos, solo lloviznaba ocasionalmente. La expedición incluía una escalada suave a la cumbre del cabo, donde fue construida una gran cruz metálica, llamada Cruz de los Mares, en homenaje a la visita del Papa Juan Pablo II a Chile. Sin embargo, debido a la lluvia de la noche anterior, se canceló por el barro y riesgo de caídas. Con ello, todo se reducía de 12 a 10 horas de una experiencia especial, navegar en un bote plástico con motor, por el Estrecho de Magallanes…
Nos empaquetaron de vestimentas más y más capas contra el frío, viento y agua. Menos mal, así tengo la chiva de que no he engordado…(después que vean la foto). Igual se mueve la cosa arriba de un Zodiac para 6 personas, en el cual éramos cuatro, dos tripulantes y nosotros. Mañana les encargo los dolores musculares a los bíceps (de tanto afirmarse isodinámicamente). La cadera “guateó” al final, pero en realidad fue la musculatura… A la ida fueron casi 3 hrs contra el viento, buscando las bahías para avanzar más rápido y menos golpeado. Parajes maravillosos, difíciles de fotografiar con cámaras normales (o con celular como en mi caso…), sobre todo por el movimiento, las lloviznas que fueron solo dos cortitas y sobre todo, por el viento que sopla agua de mar. Christi tendrá algunas con la GoPro “anti-agua”, que explica y justifica la parada en zona franca.
Al llegar al hito más austral americano en el Cabo, el mar se movía mucho. Ahí vi por primera vez en mi vida “en vivo y en directo” una ballena jorobada, la que después se nos apareció varias veces a unos 50 a 100 metros de distancia, pero con el celular empapado no pude fotografiar.😁
Tras algunas maniobras expertas de nuestro tripulante (y dueño de la empresa de turismo aventura que nos llevó), Cristián Calderón, paramos a descansar en una playa preciosa. Jonathan, el ayudante, un gringo de California que vive en Alaska y está pituteando en el hemisferio sur en turismo aventura, sacó unas buenas cervezas, vino, quesos, ricas cecinas y otras exquisiteces, que despachamos en plena orilla, junto a una amena y a ratos bilingüe conversación.
Desde ahí hasta el punto de regreso fue casi una hora “del verbo rajados”. ¡Pero rajados! Ahí sufrí la gota gorda, ya que con ese oleaje y aunque era con vientos a favor, con olas de 1 m en promedio permanentes, en verdad es necesario afirmarse bien de las cuerdas para mantenerte sentado sobre el borde del Zodiac. En dos ocasiones nos acompañaron grupos de 3-4 delfines. De pura suerte, pude captar con mi “supercel” a dos de ellos, aunque no se puede decir que es una buena foto, es más el orgullo…😉
Mañana a madrugar de nuevo, partimos a las pingüineras, luego de ahí caleteando y visitando con el jeep lugares diversos en el camino de regreso a Puerto Natales. El viernes zarpamos por casi 3 días hacia Campos de Hielo Sur.
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