Como ya han desprendido de otros textos de este blog, Popp ya descubrió y comprobó científicamente que el cuerpo emite luz (biofotones), y también descubrió que esta luz podía tener una forma coherente o una forma desordenada, con gran emisión de fotones. Cuando el cuerpo enferma, el flujo de biofotones aumenta o disminuye. Por ejemplo, en el caso del cáncer, tiene menos fotones. Es como si la luz se estuviera apagando. Las ondas de luz ofrecen un perfecto sistema de comunicación capaz de transferir información casi instantáneamente de un lado a otro del organismo. El hecho de que el mecanismo de comunicación de un ser vivo esté basado en ondas en lugar de en sustancias químicas también resuelve el problema central de la genética: cómo crecemos y cómo adquirimos nuestra forma final a partir de una única célula. Para Popp, esta luz debe activar ciertas células con determinadas frecuencias. La conclusión sigue siendo la misma: la información se transmite en forma de ondas de interferencia que colapsan durante el desarrollo de los procesos biológicos que vemos con nuestros microscopios.
Albert Fritz Popp y Bernd Ruth construyeron una máquina —el fotomultiplicador— que captaba la luz y la contaba fotón por fotón. Después de múltiples experimentos, Popp demostró que estas frecuencias eran almacenadas y emitidas por el ADN de las células. Demostró que el cuerpo tiene una coherencia cuántica, y que a través del ADN, y por tanto del sistema nervioso humano, existe un campo cuántico consciente.
A los portadores de dicha información se les llamó biofotones, las células sanas los emiten de una forma excelente. Popp opina que este tipo de radiación se encuentra, efectivamente, al servicio de la comunicación celular, puesto que se trata de una emisión de tipo láser. Es decir, las células sanas no emiten ondas luminosas de forma caótica, sino rítmica y coherentemente (entendiendo por “coherencia” ‘un parámetro que indica la validez del intercambio de información en una comunicación’).
Cuando el cuerpo está en coherencia cuántica, el individuo tiene salud. Asimismo, cuando esta coherencia se pierde, el individuo enferma. Esta coherencia depende del estado mental de la persona, de su coherencia emocional. Si no mantengo la coherencia entre lo que siento, pienso y hago, ello se manifestará en mi biología cuántica, y a la postre en mi corporalidad. De ahí la importancia de tomar conciencia de ello y de hacer los cambios emocionales necesarios para recuperar la salud.
Pero como de Popp ya he compartido bastante material, ahora quiero ponerlo en sintonía con los descubrimientos de otro biólogo, Bruce Lipton:
En su libro La biología de la creencia, Bruce H. Lipton nos demuestra con el descubrimiento de la membrana mágica que el auténtico cerebro de la célula es la membrana y que esta es capaz de captar la información que viene del exterior bien en forma de sustancias o de ondas. Cada célula vendría a ser como una unidad de conciencia, puesto que cada una tiene la capacidad de tomar decisiones.
Teniendo en cuenta lo expuesto, no es necesario hacer grandes esfuerzos para comprender la importancia de que todas las células de nuestro cuerpo trabajen en colaboración, al unísono, a fin de mantener la homeostasis necesaria para el buen funcionamiento del mismo.
Más adelante, Lipton se dio cuenta de que la membrana está organizada de tal manera que su dinámica no altera su integridad, y concluyó que se comporta como un cristal líquido. En su epifanía, Lipton había hecho un gran descubrimiento: la membrana es un cristal líquido semiconductor que equivale a un cristal semiconductor con entradas y salidas.
Esto nos demuestra que nuestros pensamientos y emociones actúan en nuestro cuerpo gracias a los microtúbulos que transmiten la información a todo el cuerpo —el internet corporal— y que las células la reciben y emiten al núcleo las órdenes pertinentes para que fabrique la, o las, proteínas correspondientes. Dicho de otra manera, en nuestros genes hay cierta información, pero, para que se desarrolle, es necesario que el ambiente la estimule. No olvidemos que el cerebro de la célula es la membrana, a la que Lipton llamó «membrana mágica».
Doce años más tarde, una corporación de investigadores australianos dirigida por B. A. Cornell publicó un artículo en Nature que confirmaba la hipótesis de Lipton de que la membrana es homóloga a un chip de ordenador (Cornell y otros, 1997). Cornell dijo que la membrana no solo se parece a un chip, sino que funciona como si lo fuera.
Se podría concluir:
- Las emociones y los pensamientos generan ondas que pueden materializarse en el mundo físico.
- El ADN de las células se adapta al entorno bioquímico, social, ambiental, emocional y electromagnético.
- Entrelazamiento cuántico: nuestros componentes más pequeños se comunican entre sí y, al mismo tiempo, con el resto del universo. Eso es lo que demuestra Popp, es lo que se hace bien específicamente p.ej. con las Secuencias Biophotónicas
- La resonancia es un medio de comunicación instantáneo. Transmitimos nuestros pensamientos a las células por este método. Las características determinantes que nos predisponen al cáncer son la desesperación y la represión de las emociones. Gestionar las emociones puede ser una de las soluciones (Lipton)
- Las células cancerígenas, desligadas de su entorno, se comportan de manera similar al ego.
En todo lo escrito anteriormente, he citado y modificado levemente breves pasajes del libro “El Arte de Desaprender” de Enric Corbera, sobre todo, porque está todo bien explicado.
Obviamente aquí pueden buscarse sinergias para entrar en procesos de sanación de las personas, aplicando biofotones de una fuente confiable, así como el simultáneo trabajo emocional de acuerdo al esquema Lipton, los cuales actúa revitalizando el sistema celular. ¡Existen pruebas científicas a los cuales la ciencia médica tradicional y conservadora encarcelada por la industria farmacéutica y otros intereses económicos y políticos mantiene secuestrada.
En los secuenciadores móviles incluidos en los Productos Live Photonic Institut esto es muy evidente, a la medida de la persona. Una tremenda herramienta que recién se empieza a conocer en sus éxitos, incluso en Alemania.
En el caso de los equipos asociados a la generación de Energía Espirovital si bien las secuencias biophotónicas poseen otro fin, otro camino, producen un efecto de gran impacto en el organismo: lo importante es entender que el oxígeno que tú y yo respiramos, allá afuera (claro que la calidad del porcentaje de oxígeno de Santiago y otras ciudades fuertemente contaminadas, unas cuantas veces peor que el de p.ej. ciudades en las zonas costeras) es oxígeno triplete, un oxígeno “cansado” y definitivamente de segunda calidad. El hermosísimo proceso de la fotosíntesis lo que hace, es “inyectarle” energía a ese “oxígeno cansado” para lo cual se sirve de la energía fotónica. En el proceso de Airnergy, esa luz surge por fracciones de segundos para energizar el oxígeno, luego se extingue y el oxígeno residual retorna a su estado anterior de triplete. El oxígeno activado, energizado, limpio, sale por la cánula nasal e ingresa al organismo con su cargamento completo de efectos colaterales benéficos y cero iatrogenia.
Como antes no me había referido a Bruce Lipton, a continuación un video resumido y traducido al español, acerca de la conferencia que realizó hace unos años en Argentina, refiriéndose a sus estudios y libro “La Biología de la Creencia”, que les recomiendo leer más allá de este video: