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Libertad en el Trabajo

Prefiero aquel tipo de colaboradores, que tienen claro que no se les paga para completar un trabajo en particular, sino para ejecutar tareas complejas con un alto grado de autonomía, auto-responsabilidad y auto-determinación.  Ellos deciden dónde y cuándo trabajar. Resuelven lo que deben realizar en la oficina, desde su hogar, a veces viajando y otras en las oficinas de sus clientes externos y/o internos.  Y,….ojalá, a la vez pudiera buscar infructuosamente a aquellos jefes que controlan asistencia y horarios, como si ello fuese lo determinante. 

¿Es realmente posible coexistir con tanta libertad, auto-determinación y confianza en el mundo del trabajo?

¡Sí, se puede!  Por supuesto existen sectores de la sociedad o tipos de trabajo que requieren mucha presencia en el lugar de trabajo, pero empresas como Google o SAP, por citar sólo dos ejemplos, son notables modelos de la evolución del mundo del trabajo. ¿Registro de asistencia? Por mí y ahí contradigo a nuestro “Código Laboral”, cada colaborador puede llevar para sí mismo ese registro, si es que le otorga algún valor…

¿Qué es realmente horario de trabajo?  Obvio, hay horarios ineludibles como por ejemplo en un colegio, con la presencia de profesores en sus salas, aunque ello también podría sufrir grandes cambios a través del uso de la tecnología. ¿Una buena idea en la ducha matutina? ¿El correo electrónico desde el celular durante un café en el centro?  Si lo anterior también se considera trabajo: ¿cómo registrarlo, controlarlo y que sirva de algo capturarlo?  Cada cual debiera ser responsable de sus resultados, así como de la manera como enfrenta un trabajo en cooperación o en equipo para lograrlos. 

En realidad se trata de la consecución de objetivos y soluciones – Los jefes no tienen que estar constantemente preguntándose  ¿qué hace mi colaborador?  En lugar de ello, el jefe debe ser claro y preciso en expresar lo que requiere. En esencia, nada más.  Así, el jefe no dice lo que el colaborador debe hacer, sino sólo expresa el resultado que necesita. Lo que realice el colaborador para lograr el resultado no es asunto del jefe, salvo que las prácticas sean francamente destructivas. Finalmente jugarán un rol los criterios de evaluación acordados o definidos previamente. 

Un comportamiento como el descrito anteriormente, da como resultado requisitos completamente diferentes al imperante en el tradicional y dominante mundo del trabajo: por un lado, por supuesto, es bueno para que la gente sea libre y móvil, que organice de otra manera sus tareas. Por otro lado, requiere de competencias que apunten a una mayor  autonomía: auto-disciplina, auto-organización, auto-responsabilidad, auto-control, auto-evaluación,  confianza en sí mismo.

¿Interesante cierto? Pero puede llegar a ser muy agotador en el largo plazo…

Lo que sucede, es que un sistema de trabajo de este tipo, requiere un no rotundo a otra «auto» – la auto-explotación.  ¿Quién está siempre disponible y su escritorio móvil se encuentra en casi cualquier lugar, tiene que aprender a poner límites y decidir cuándo es el momento de apagar el teléfono y apagar el equipo. Esto a su vez tiene mucho que ver con una sanidad mental para la auto-afirmación y la auto-preservación. Y los jefes tienen que aprender a aceptar estos límites como una cuestión de rutina.

Muchos tendrán que aprender a manejar estas nuevas libertades. Es evidente que libertad posee dos caras de moneda:  buena o mala. Sin embargo, la ausencia de libertad siempre es mala. 

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