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¿QUÉ SON LAS TALES FUERZAS AUTOCURATIVAS DEL ORGANISMO?

El presente artículo fue escrito por Jorge Alberto Duque Mejía, Director del Centro de Respiración VITAL –AIRNERGY, Popayán, Colombia                                                                                                                            

Con el avanzar de la tecnología, cada vez con menos tiempo para disfrutar de las comidas, teniendo que atender dos o tres celulares al mismo tiempo para responder igual número de what´s up, contestando y estando al día con las exigencias de las redes sociales, esquivando motocicletas desquiciadas y buses y busetas sin control alguno, tratando de cumplir horarios frenéticos, es poco el tiempo que nos queda para preocuparnos por nosotros mismos. Estos tiempos parecen caracterizados por el signo $$$ y por el signo que nos inventemos para personificar el ESTRÉS. Todo el mundo está estresado y todo parece estresarnos.

En medio de este ritmo tendemos a perder la noción del tiempo, del YO, del tú, del hogar, de la salud. Solo vale la competencia, el afán por ser el primero, no importa a qué precio.

No tenemos tiempo ni para preguntarnos si esto es vida.

Aprovechando ese desorden se empieza a romper el equilibrio, la armonía, eso que nos hace sentirnos bien y que sospecho son las “tales fuerzas auto-curativas del organismo”.

Porque a pesar de los descubrimientos asombrosos que se le deben atribuir a la medicina de hoy, ella no es capaz de curar a nadie. Esto puede sonar atrevido e irrespetuoso, sin embargo es la pura verdad.  Pues el más renombrado de los médicos, ante una fractura de hueso, lo mejor que puede hacer es entablillar o enyesar—- el que la fractura ósea suelde es trabajo que realiza el cuerpo con su propia “fuerza”.  Y así mismo puede suceder con las demás enfermedades, el médico tan solo puede proporcionar las condiciones óptimas para que nuestro “médico interior” actúe.

Ese llamado “médico interior” está de turno las 24 horas, Es así como constantemente se están adelantando acciones enzimáticas de reparación en nuestro ADN, es así como se forman millones y millones de células cutáneas al día y también es así como el revestimiento interior de nuestro intestino se renueva día a día en su totalidad.

La investigación sobre esas fuerzas autocurativas, aparentemente misteriosas, por lo invisibles,  se inició con el psico-sociólogo  Aaron Antonovsky (1923 hasta 1997), quién fuera el que acuñó el concepto de “saluto-génesis”. El centro de las inquietudes de Antonovsky no era otro que el de ocuparse de investigar qué es lo que mantiene sano a un ser humano. A esta idea se le contrapone la llamada “pato-génesis”, la que se pregunta qué es lo que enferma al ser humano. Antonovsky  opina que lo importante es que dejemos actuar con inteligencia las fuerzas innatas en cada organismo, fuerzas encargadas de la auto-regulación. Y quizás entre las más poderosas de esas fuerzas se encuentran nuestros pensamientos y nuestra actitud ante  situaciones específicas. Desde el momento en que desestimemos nuestras fuerzas o nos llenemos de temores, estamos inhibiendo la labor de nuestro sanador interno. Si, en cambio, nos llenamos de confianza en nuestro cuerpo y en nuestras capacidades y acompañamos esta actitud con pensamientos positivos y llenos de esperanza, de inmediato estamos activando nuestras fuerzas auto-curativas.

Pero por muy fuerte que sea la fe en las fuerzas auto-curativas, de nada servirá si el estilo de vida equivocado le impide la labor a nuestro sanador interno. Lo mínimo que debería llevarse a cabo para apoyar las fuerzas auto-curativas es:

Para poder dominar el estrés, primero tenemos que preguntarnos cómo y porqué es que llegamos a estar estresados. Es una cuestión de equilibrio. Si las recargas o excesos a los que nos exponemos sobrepasan los niveles de nuestras fuentes de fuerza, de inmediato entramos en situación de alerta, de estrés. ¿Qué tipo de situaciones nos hacen perder este equilibrio? Exceso de trabajo sin las necesarias horas o temporadas de descanso compensatorio; también las preocupaciones y los temores con relación a la salud, los pensamientos desesperanzadores  y el creerse “ sin salida “.  Todo lo anterior tiene el mismo efecto sobre nosotros. Se rompe el balance armónico que debe existir  entre los dos componentes del sistema nervioso vegetativo (el vago y el simpático). El simpático, aquel que nos pone en estado de alarma, toma las riendas, lo que conlleva  a una mayor producción de hormonas de estrés, tales como el cortisol.

Y como quiera que el antagonista, el nervio vago, no está en capacidad de ocuparse del debido procesamiento de estas hormonas y de la “distensión”, normalmente bajo su responsabilidad, se debilitan tanto el sistema hormonal como el sistema inmune. Y lo anterior no solamente lleva a una propensión mayor a enfermarse, sino que trae consigo un debilitamiento general de las fuerzas auto-curativas del organismo.

La meditación, por ejemplo, así como algunos ejercicios de relajación,  pueden contribuir al restablecimiento del equilibrio en  el sistema nervioso vegetativo. Además es muy importante lograr identificar qué tipo de esquemas mentales o de conflictos personales uno “arrastra” consigo, para tratar de salir de ellos.

Aunque se trate de un tema muchas veces arrinconado como “tubú”, la fe representa indudablemente una gran  fuerza promotora de la salud. Dentro del concepto de libertad de credos, no pretendemos estimular la creencia en ningún tipo de Dios, pues es ese un derecho y un privilegio del orden personalísimo y absolutamente respetable. Lo que se busca es la fe en algún tipo de fuerza sanadora. La Fundación Alemana para el Cáncer, por ejemplo, parte de la base que las oraciones y la fe en una mejoría, son factores que inciden definitivamente de manera positiva en el decurso de la enfermedad.

No debemos olvidar que, al fin y al cabo, nosotros nos movemos en el campo de las energías, de un polo positivo y uno negativo, de un Yin y un YANG, como dirían los chinos, en medio del  “prana “ o del  “chí ”, para darle cabida al concepto hindú y oriental de lo  que son las  energías o fuerzas “auto-reparadoras” del organismo. A esas energías no nos les podemos escapar, estamos inmersos en ellas.

Pero lo cierto es que nuestras “fuerzas auto-curativas” están sufriendo un asedio por parte de otras fuerzas que nos acechan  y frustran la iniciativa o acción de nuestro sanador interno. Esas fuerzas están representadas por la química ! La avalancha de medicamentos químicos con sus interacciones y efectos colaterales nocivos, química que se prescribe inmisericordemente bajo el pretexto de ser  “el menor de los males”. La increíble máquina procesadora de toxinas y de químicos que la naturaleza instaló en nuestro hígado, ya no alcanza a procesar y a dar cuenta de la cantidad de toxinas con las que se tiene que enfrentar a diario. Y no es solamente con el eventual licor que se consuma, es con la avalancha de mezclas químicas que salen de las prescripciones médicas, de todos los químicos con los cuales se preserva, se conserva y se disfraza la comida chatarra, símbolo hoy de nuestra cultura gastronómica .  Según un estudio realizado en Alemania, el 24,2% de los pacientes estacionarios en clínicas, están condenados a estar allí por causas  “iatrogénicas “. ¿ Y eso qué quiere decir? Qué están allí por obra y gracia de los efectos colaterales nocivos que les causaron los medicamentos “éticos” que les fueron prescritos.

Parece que una de las maneras de recobrar la posesión de nuestras “fuerzas auto-curativas” es acudiendo a la terapia espiro-vital de Airnergy. Esta modalidad respiratoria, patentada por los alemanes, nos confronta en vivo y en directo con un oxígeno activo, energizado, con lo que en química se describe como 102 u oxígeno singlete. Someterse a una sesión de espiro-vitalización no es ningún tratamiento médico ni puede compararse con ninguna otra modalidad de contacto con el oxígeno. La comparación más cercana es quizás la de irse de vacaciones a las montañas a respirar un aire sin polución, sin efectos colaterales y procedente directamente de la atmósfera. El contenido de ese aire sigue siendo el mismo que la naturaleza le concedió a la especie humana, desde Adán y Eva: 78% de nitrógeno, 21 % de oxígeno y un 1% de gases nobles varios. Lo único que ha variado es la calidad del 21% de oxígeno. El llamado desarrollo, la industrialización dirigida por el homo sapiens, ha contribuido notablemente a causar un enorme e irreversible deterioro en la calidad de esa sustancia vital, el oxígeno.

El afán desmedido de lucro de la industria farmacéutica y de sus agentes parece querer hacernos olvidar que  la SALUD es o debería ser nuestro estado normal; la ENFERMEDAD, en cambio, es o debería ser la excepción. Además hemos olvidado  que lo normal es que el cuerpo, cuando está enfermo o herido, se mejore, cierre la herida. Así no más, sin ayuda de nadie, tan solo con el apoyo de esas invisibles fuerzas auto-curativas del organismo, dirigidas por nuestro sanador interno.

Las sesiones de espiro-vitalización no son tratamientos médicos de ninguna especie, no pretenden serlo y no buscan invadir el monopolio de la salud aparentemente asignado a entidades cuyo desempeño no ha sido el más aplaudido y poco se ha preocupado por la verdadera salud. Si de buscarle definiciones y acomodo se trata, más bien podría definirse la espiro-vitalización como el  “sagrado derecho a ejercitar el más fundamental de todos los derechos, el de respirar”.

 No tiene restricciones ni de edad, ni de condición y todo el mundo las necesita como necesita de vacaciones cada cierto tiempo. No se entremezcla con químicos ni aditivos de ninguna índole, no se aumenta la proporción o el volumen del oxígeno contenido en el aire que respiramos, no se aumenta la presión. Es sencillamente el aire que respiramos, el que nos ofrece gratuitamente la naturaleza, pero con el 21% de oxígeno, que hace parte del “combo”, energizado, activado, como para “estrenar”. Una sesión de espiro-vitalización, tal como las venden en más de 2000 lugares hoy en día en Alemania  (consultorios, clínicas, spas, centros de belleza, centros de entrenamiento, talleres de meditación, lugares de preparación de deportistas de alto rendimiento y de ejecutivos de alta exigencia, etc, etc) es como trasladarse por 21 minutos a respirar aire purísimo en los Alpes o en cualquier otro sitio en donde aún se encuentra una calidad óptima del oxígeno contenido en el aire que respiramos.¿ A quién no le hacen falta unas vacaciones de esas?

Sea cual fuere la profesión que ejerzamos, o el oficio que desempeñemos, tenemos que aprender, no solo a respirar, sino a entender qué es lo que respiramos y cuáles son las múltiples y vitales funciones que desempeña ese oxígeno  que hace parte integrante y fundamental de lo que nos permite vivir. No sobra recordar que el oxígeno es el único combustible que hace funcionar nuestras centrales eléctricas intracelulares, las llamadas mitocondrias. Estas generan energía vital las 24 horas del día, lo hacen en forma de ATP (Adenosina – tri – fosfato). Esa energía vital es la que nos permite realizar todo lo que hacemos, desde parpadear hasta tomar la decisión de darle unas vacaciones a nuestros órganos, a nuestros tejidos, a nuestros sistemas, en forma de una espiro – vitalización.

¡ NO LO DUDEMOS !

Entreguemosle a nuestro cuerpo por un ratico el oxígeno que se merece. 

¡Démosle una manito a nuestro sanador interno!

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