El presente artículo me lo compartió gentilmente Don Jorge Alberto Duque Mejía*
Aunque parezca que no tenemos relación alguna con el tema, cada día nos involucramos más y más con el oxígeno. Las noticias sobre la contaminación ya se han convertido en el pan diario de los noticieros, las intoxicaciones masivas y de deterioro generalizado de la calidad de vida están a la orden del día.
No es casualidad que la OMS (Organización Mundial de la Salud) ya se atreva a predecir que para el año 2020 vamos a estar acompañados sobre el planeta con algo así como 500 millones (500.000.000) de conciudadanos que padecerán de EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructivo Crónica). No creo que nuestros gobiernos, nuestros ministerios de salud, las autoridades y las empresas responsables, les hayan dedicado un solo segundo a esa noticia, a ese tsunami que se nos vino encima. La OMS ha cumplido con preavisarnos, ¿Quién o quiénes son ahora los responsables de poner en marcha las medidas para que el impacto pueda ser aminorado? ¡La tarea es de todos!!
Estamos en una época en que se habla mucho de los derechos fundamentales. El derecho a un juicio justo, el derecho al trabajo, a la libre expresión, a la libertad de cultos, a la libre movilización, a escoger el sexo que se desee, etc. Pero, al parecer, nunca nos hemos detenido a preguntarnos cuál es el más fundamental de todos estos derechos. No tendremos que penetrar en profundidades insondables para llegar a colegir que el más sagrado y esencial de todos los derechos es el derecho a la vida. Creo que sobre esto habrá unanimidad total de criterios. Lo siguiente que debemos preguntarnos, es sobre el ¿cómo hago para ejercer plenamente ese sagrado derecho? Y concluimos que la respuesta es muy fácil: Simplemente RESPIRANDO.
Sí, respirando esa mezcla vital que Dios puso a nuestra disposición y de forma gratuita, que es el aire que respiramos. Ese aire que está arriba, abajo, al lado, adelante, atrás. Ese aire integrado por tres elementos fundamentales: 78% nitrógeno, 21% oxígeno y el restante 1% conformado por gases nobles, tales como criptón, argón, etc. Fórmula ésta que no proviene de ninguna aula universitaria, ni de ningún laboratorio transnacional. Es una fórmula, por llamarla de alguna manera, divina. Es la misma fórmula que le tocó respirar a Adán y Eva, sólo que el 21% de aquel entonces era de una calidad bastante mejor que el 21% que nosotros mismos nos hemos encargado de degradar, tanto para nuestra propia desgracia como para la de nuestras generaciones venideras. Cómo no será de grave la situación, que en algunas ciudades del mundo “civilizado”, durante una buena parte del año, ese aire atmosférico, el mismo que Dios nos regala sin costo alguno, ya “no es apto para consumo humano”, o como se lee en las cajetillas de cigarrillos “puede ser peligroso para su salud”. ¡O sea que ya existe advertencia hasta para respirar!
Con el mismo ingenio con el cual nos estamos precipitando hacia las impresoras en 3D, hacia los vehículos auto-guiados, hacia los viajes interestelares, deberíamos prestarle atención a la manera cómo podemos lograr que ese insumo vital (el aire atmosférico) logremos inhalarlo tal como la naturaleza nos lo brinda, en su composición original y con el componente oxígeno ojalá parecido a lo que era otrora.
En este campo la tecnología alemana, tan superior como en todas las áreas en la que nos la encontramos, nos brinda lo que han dado a llamar la ESPIROVITALIZACIÓN. Con tecnología de punta y de última generación, han logrado “copiarle al sol “ el bellísimo proceso de la fotosíntesis, facilitándonos así , con absoluta limpieza y desprovisto de todo contacto con la química, una manera inofensiva pero efectivísima de volver a respirar el aire atmosférico con el grado de pureza que nos merecemos. Esta forma de “respiración VITAL” ha logrado ganarse, en su país de origen, el mercado de los ciudadanos de la tercera edad, tan abandonado éste en nuestro medio, el de los deportistas de alto rendimiento, de los asmáticos y de todos aquellos a los que, de una u otra forma, ya los alcanzó el preaviso de la OMS sobre el temido EPOC. La Espiro-vitalización la han llegado a considerar como el “gimnasio para el sedentario”, como la gran dispensadora de eso que llamamos “calidad de vida”.
Como por ninguna parte oficial se vislumbra un real esfuerzo para preocuparse por el medio ambiente, cuyo epicentro es precisamente el oxígeno, tendremos que arreglárnosla para que los sistema de salud se hagan a la posibilidad de ofrecernos esta maravillosa forma de prepararnos para el inexorable deterioro mayor del medio ambiente que parece tan inevitable, como lo son los daños que ha “logrado” el ser humano infringirle a la naturaleza, muchos de ellos ya con el triste sello de irreversibles.
No desaprovechemos el sagrado derecho que tenemos a informarnos para que no nos atrapen tan desprevenidos, tanto ese monstruo de cuatro letras llamado EPOC, como los demás males que se derivan de nuestra estúpida desatención con el medio ambiente.
El Sr. Duque hace referencia a Energía Espirovital