Tikal y Antigua 2016 – Yaxha y a la isla Topoxté
Cuando por “casualidad” llegamos al final de la ceremonia de iniciación para sacerdotes de la cultura maya, la cual se realizaba en la Acrópolis Este en Yaxha, tuvimos un encuentro especial con el guía espiritual (o Chamán como los conocemos habitualmente), el sacerdote anciano (Tata) y la sacerdotisa (Nana). En lo personal quedé helado…, después reconfortado, pero pensativo, reflexivo. Tras una muy breve conversación primero con Christi y luego con ambos, en un momento se me acerca ella, la sacerdotisa, me toma la mano y me la besa, luego me mira profundamente a los ojos y me dice de manera suave, pero igual algo imperativa: ¡sánate!
Habíamos salido pasado las 8.00 AM de Isla Flores rumbo a esta reserva protegida, donde Yaxha es una especie de hermano menor de Tikal y Topoxté, una isla en el lago que se encuentra al interior de esa reserva. En el camino nos detuvimos en una laguna cuyo nombre no retuve, en donde aparte de encontrarnos unos chanchos actuando como si fueran perros callejeros, pudimos apreciar sorprendentemente que en zonas rurales de Guatemala las mujeres aún van a los lagos y lagunas a lavar la ropa. Además, ello funciona de manera similar a las redes sociales…, sólo que en vivo y en directo.
Al llegar a Yaxha, nos fuimos directo a un bote y cruzamos a Topoxté (algunos lo escriben Toposhte). Hasta ahí, éramos los únicos visitantes desde hace varios días. Se agradece esta soledad y es obvio, que no es un destino turístico prioritario. Una isla selvática profunda, densa y entretenida. Nos recibió de pésima manera una familia de Mono Aullador, con sus intensos aullidos en forma de estridente concierto, así como una lluvia de orina, excremento y algunas ramas lanzadas con el peor de los propósitos. Obvio, invadimos su territorio. Atinamos a tiempo y nos salimos de la zona de bombardeo. Bromas aparte, un espectáculo impresionante, de macho alfa activado, de la familia uniéndose y protegiéndose, de destreza acrobática de un árbol a otro, para nosotros…de sentirse cerca de la vida y la naturaleza. Visitamos unas pequeñas pirámides que deben haber sido para que jugaron los niños mayas en el periodo clásico, regresando en el bote a tierra firme.
Ahí comenzó el nuevo día de “entrenamiento”, especialmente para mis alicaídos pulmones y estado físico deteriorado por la inactividad y medicamentos: extensas subidas y bajadas por un terreno cambiante, muchas pirámides y templos para subir, más pequeños que en Tikal, lo que sumado a lo largo de un día de paseo de 12 horas, resintió, pero agradablemente, los cuadricep y pantorrillas. Yaxha, en realidad es menos majestuoso que Tikal, pero logra algo distinto debido al bajo flujo de visitantes: una cercanía mayor con la abrumadora natura, así como con ese “algo adicional”, por cierto espiritual, que no necesariamente la mayoría percibe. Habíamos decidido dividir la visita de templos y salir a almorzar fuera de la reserva, a un lugar llamado Portal de Yaxha, un restaurante criollo y rural a 11 km del acceso al parque. En la tarde volveríamos sólo a intentar ver la puesta de sol desde la Acrópolis Este, la más alta del lugar. Debido al riesgo de lluvias, finalmente decidimos ir a dar un vistazo a la Acrópolis, antes de partir a almorzar. Al iniciar el ascenso en dos largos tramos con escaleras, nos encontramos con mínimo 40 personas de todas las edades bajando, indígenas, muy amables. Al llegar a los pies esta Acrópolis Este, unos guardaparques nos explicaron que estaba terminando la ceremonia que expliqué al inicio de este relato. ¿Qué más puedo agregar? ¡Nada, en realidad nada, salvo que a Christi la invitaron a pedir que tuviésemos una linda puesta de sol, ello frente al altar en el cual recién terminaban de utilizar para la ceremonia, el que aún humeaba, ya que incluyó el fuego!
De ahí partimos a almorzar, donde pudimos disfrutar unos manjares criollos, tanto las fajitas de pollo, los frijoles como el pollo al Ramón, este último preparado con una nuez de igual nombre, fue de lo mejor que comimos en este viaje.
Las peticiones de Christi parece que funcionaron, ya que tras subir a lo más alto de la Acrópolis, no sólo pudimos ver una puesta de sol espectacular, sino escuchar la selva en su fase de “irse a dormir”. Esa puesta de sol, puso el punto final a un día especial, pero espectacular a la vez. Si viajan a Tikal, sería un desperdicio no ir a Yaxha.
Obviamente no puedo cerrar los relatos de este viaje sin agradecer de todo corazón a mis queridísimos Carolina y Sergio, por su cariño, así como por su apoyo logístico y emocional sin límites.
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