Patagonia 2016 – Ruta de los Ventisqueros

Puerto Río Tranquilo amaneció con llovizna intermitente, por lo cual esperamos un buen rato para ver si se despejaba lo suficiente. Las Capillas de Mármol, se aprecian mejor en días soleados o parcialmente soleados. Mientras tanto, un buen desayuno extendido en una cómoda cabaña, con chimenea encendida.
Finalmente decidimos partir, pero en otra dirección, a la así llamada Ruta de los Ventisqueros. También existía el riesgo de ver pocos ventisqueros, pero ya echábamos de menos el hielo😉 y asumimos el riesgo. Por lo demás, las nubes no nos ocultarían bosques y ríos.
Finalmente fue un largo pero entretenido paseo de 150 km, camino ripiado en excelente estado, angosto pero muy poco transitado.

La parte inicial de unos 15 km de camino, hasta algo pasado el Lago Tranquilo, es similar a muchos parajes de la regiones de Los Lagos y de Los Ríos. En ese andar, nos topamos con un pequeño pero singular cementerio. Entonces, a pesar de las nubes y una suave llovizna ocasional, dos grandes ventisqueros nos guiñaban un ojo, pero sin mostrar toda su cara. Pertenecen a los Campos de Hielo San Valentín. Unos 20 km más allá y cerca de donde nace el Río Exploradores (que nos acompañó durante los siguientes 100 km – sumando ida y vuelta), de pronto no sólo estaba el río y bosques, sino un encadenamiento de ventisqueros que literalmente nos rodeaban, junto a interesantes macizos de roca, así como esa llovizna que te moja pero no te empapa. Podría decirse que mejor hubiese sido verlos con sol, pero en este viaje el “care’gallo” ya había sido muy generoso con nosotros en las visitas a glaciares. Nos encontrábamos en pleno Parque Nacional Laguna San Rafael. Ya era hora que viéramos estos hielos más duraderos (esperemos que así sea) en este ambiente, lo que sin duda también posee su encanto, por cierto más melancólico. En la medida que avanzamos cruzando uno y otro puente de madera de un lado y del otro del río, con una corta pasada junto al Lago Bayo, abundaban cascadas de distinta extensión y tamaño, mientras descubríamos otros ventisqueros entre cumbres, nubes y bosques. El bosque era denso y variado en mañio, canelo, alerce, coigüe, ñirre, lenga…

En una de esas bajadas al río, Christi dejó la marca del viaje en su cuerpo, al intentar subir por una ladera húmeda y engancharse en una rama seca (se adjunta testimonio fotográfico).
Con todas las paradas, se nos alargó el paseo más de lo previsto y finalmente regresamos a almorzar pasado la 5 de la tarde….
Este jueves seguimos hacia Villa Cerro Castillo (como parada intermedia de una noche), antes de proseguir a Puerto Chacabuco, en donde nos embarcamos por 24 hrs en el ferry a Puerto Montt.
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