Patagonia 2016 – Laguna Nimez

Los algo más de 3 km de senderos estrechos y rústicos, los recorrimos durante dos horas y media (ubíquense, que está contemplado para una hora y media, pausado…).
En nuestro intenso recorrer en las últimas semanas, esto fue como una sesión de pausadas elongaciones, al más puro y original espíritu del “stretching”, introducido por Bob Anderson a comienzos de los ’80 (…y bueno, a alguna hora se me tenía que ocurrir como meter algo relacionado con deporte en este andar). Además, las elongaciones eran un buen espacio de relajo, mientras Christi fotografiaba al más detallado estilo arqueológico. También fue una gran prueba de paciencia, en la cual salí aprobado (esta vez).

El humedal nos sorprendió con una insospechada variedad de aves, las cuales – supongo – en buena parte viven mayoritariamente en el humedal, pero otras se mueven entre éste y el lago contiguo (cisnes y flamencos, por ejemplo). Aparte de un sinnúmero de aves pequeñas que desconocía, salvo un chincol algo más colorido, es posible encontrar diversos tipos de patos, algunos gansos, bandurrias (que en esta ciudad se mueven como si fueran los perros callejeros del pueblo…, aunque perros también hay hartos…). Me llamó la atención la variedad de aves de rapiña, al menos unas seis o siete distintas, que conviven con las demás aves en la laguna. ¡Menos mal no había insectos desagradables!

Aquí fueron evidentes las limitaciones para fotografiar con mi celular, aunque con espíritu y sigilo de explorador, igual logré algunos acercamientos “potables”. Fue divertido, en algún momento Christi y yo nos encontrábamos metidos dentro de una caseta camuflada de observación de aves. Incluso me sentí ridículo, fotografiando con celular desde el camuflaje… En el caso de Christi les creo, podría justificarse, ya que posee máquina y espíritu para “esta cosa de las fotos”. Digresión: si he desarrollado una nueva competencia en este viaje – aunque sea reiterativo – es la de tener paciencia con los tiempos de fotógrafos…¿O será sólo con ella? …¡Quién sabe! El “stretching” ayudó en todo caso…
Tardón fuimos a almorzar, lugar sugerido por Tripadvisor: La Lechuza. Mejor no vayan. Pésima la atención y la calidad regular a mala, tanto así que “los mandé a freir monos a Alaska”, es decir al otro extremo del planeta.
Luego un paseo corto por el centro-centro de El Calafate, que es bonito, minúsculo eso sí y bien cuidado. A ver si vamos por un segundo intento por un buen asado, en un rato más. Si es que finalmente fuimos y fue güeno, ya lo sabrán….
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